Anna Fedullo: «Podemos aprender a sintonizar con la vida que queremos»

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Sabemos lo difícil que puede ser la vida a veces. Por eso nos propusimos ir en busca de pedacitos de alegría que nos cambien el día con muy poco. Y para ayudarnos en este camino, entrevistamos a Anna Fedullo, terapeuta transpersonal, instructora de meditación y mindfulness, y experta en desarrollo personal. Ella dice que la existencia siempre traerá de todo: momentos de alegría y dolor. Y que debemos verlos como visitantes que llegan y se van; recibirlos con calma en el alma, y usar cada experiencia para crecer y ser mejores.

En esta nota, una mirada que nos abrirá las puertas -y dará permiso- para conectar con la alegría, respetando los sentires más profundos.

-Anna, ¿qué es la alegría? ¿Cuál es la diferencia con la felicidad?

-La alegría es una emoción. Y una emoción es una reacción involuntaria frente a determinado estímulo (que puede ser externo, como una buena noticia, por ejemplo, o interno, como un pensamiento o un recuerdo). Por su parte, la felicidad no tiene por qué implicar alegría. No es una condición ESTAR alegre para SER feliz. La felicidad es una plataforma emocional sobre la cual se apoya toda nuestra vida. Podría decir que la felicidad es algo más estable. Es lo que nos sostiene y nos contiene en los momentos difíciles. Es cierta calma y ecuanimidad como soporte constante. 

-Entonces la felicidad no es una emoción…

-Biológicamente hablando, una emoción dura en el cuerpo 90 segundos. Lo que hace que se perpetúe, es el hecho de pensar en el estímulo que la produjo. El cerebro no distingue si es que estamos pensando en ello, o estamos viviéndolo desde la experiencia. Para el cerebro está sucediendo. Entonces, envía la orden al sistema nervioso central, y éste manda a segregar las sustancias químicas que se corresponden con la emoción. La emoción va y viene. Y la felicidad está más allá de las emociones que nos visitan. Incluso más allá de la tristeza.

-¿La felicidad sería un estado del alma?

-Exacto. Es algo de adentro hacia afuera. Es una actitud frente a la vida. No viene como resultado de lo externo, más allá de que sea hermoso. La felicidad tiene que ver con lo que pensamos acerca de los obstáculos, la fe que nos acompaña, lo que nos decimos para seguir adelante, cómo nos fortalecemos en las situaciones difíciles. La felicidad es cómo amamos y nos sentimos amados, es cómo conectamos con nuestro mundo interno. 

¿Por qué nos cuesta tanto hablar de la alegría en este contexto que vivimos?

-Creo que estamos viviendo en modo supervivencia. Y esto se debe al estrés que atravesamos en un mundo como el actual. Entonces tenemos una alarma encendida constantemente. El modo supervivencia nos dice: “cuidado, cuidado”. Y lamentablemente es algo que hemos naturalizado. Estamos corriendo de aquí para allá. Estamos con miedo. Miedo a que nos roben, miedo a que nuestros hijos se atraganten, miedo a que nos hagan daño, miedo a llegar tarde o a que nos despidan de nuestros trabajos. Tenemos miedo a perder el afecto de alguien, o a no llegar a hacer todo lo que tenemos que hacer. Todo es urgente. Y todo es una amenaza.

-¿Y qué pasa cuando vivimos así?

-Cuando vivimos así, segregamos más cortisol y adrenalina. Necesitamos esa química porque necesitamos respirar “corto” y necesitamos toda la sangre en nuestras extremidades, porque debemos luchar o huir, tenemos que sobrevivir. Una de las cosas que el estrés produce, es que toda nuestra atención se dirija a la amenaza. Y desde ese lugar no tenemos espacio ni energía para mucho más. Cuando “nuestra vida” (así vive el cerebro desde el estrés) corre peligro, ¿A quién se le ocurre hablar de alegría? No hay lugar. Solo necesitamos sobrevivir.  

-En nuestra reunión de sumario pensamos: ¿cómo le vamos a hablar de la alegría a quien no le alcanza el sueldo, perdió un ser querido, o tiene que cerrar su negocio? ¿Qué sentís vos con respecto a esto?

-Siento que hay situaciones que nos atraviesan y no podemos negarlo. No podemos hacer de cuenta que no pasa nada, cuando hay cosas que están pasando y acarrean preocupaciones, o generan mucho estrés y dolor. Lo cierto es que nadie está exento de nada, porque hay personas que a lo mejor no viven estas situaciones, pero viven otras que también pueden ser difíciles y angustiantes. A su vez, también siento que no podemos quedarnos ahí para siempre. Creo que todas las personas tenemos una fuerza impresionante para salir adelante. Podemos apoyarnos en una psicoterapia, o buscar herramientas que se adecúen a nuestras necesidades emocionales.

-¿Qué lugar ocupan acá la confianza y nuestra manera de ver la vida?

-La confianza en nosotros mismos y la mentalidad que eduquemos son determinantes. A veces nos anclamos en las preocupaciones, los dolores y las emociones del pasado. Y así no tenemos espacio para crear algo nuevo. Frente a esto, es importante que aprendamos a cambiar la energía. Pasar de las emociones del pasado (a las que estamos acostumbrados), a las emociones que queremos vivir para crear un nuevo futuro. Podemos aprender a sintonizar con la vida que queremos, pero es necesario sacar nuestra mente de los problemas y focalizarla en la solución. Entonces: sí, nos pasan cosas difíciles, duras y tremendas muchas veces. Pero la pregunta es: ¿cuánto tiempo vamos a quedarnos ahí? 

«Creo que estamos viviendo en modo supervivencia. Y esto se debe al estrés que atravesamos en un mundo como el actual. Entonces tenemos una alarma encendida constantemente. El modo supervivencia nos dice: ‘cuidado, cuidado’. Y lamentablemente es algo que hemos naturalizado».

-¿Sería encontrar el límite entre estar al tanto de lo que sucede afuera, pero sin dejarnos tomar enteras por eso?

-Hay un psicólogo estadounidense que se llama Howard Gardner, es el creador de las inteligencias múltiples. Él dice que una de las características más importantes en la que debemos educarnos es “la selectividad”. Tenemos que ser más selectivos frente a los estímulos que se nos presentan como opción. Muchas veces prendemos el noticiero y lo dejamos encendido de fondo. Y parece que no, pero toda esa información está entrando en nosotros de una forma subliminal. Entonces, poner en práctica cierto discernimiento para decir: “A esto le presto atención y a esto no” es una de las mejores cosas que podemos hacer. Preguntarnos: ¿esto me sirve? ¿Me ayuda? ¿O me genera preocupación, estrés? Y desde esa consciencia elegir.

-¿Qué otros recursos/herramientas podrías recomendarnos?

-Cuando somos conscientes sólo del dolor que nos habita, estamos parcializando nuestra mirada. Al igual que si sólo fuéramos conscientes de la alegría que también nos habita. No se trata de una u otra. Se trata de integrar y de vivir todo. Varias son las herramientas que podemos usar: la música, el baile, la actividad física, los abrazos sentidos, las mascotas, y fundamentalmente los pensamientos. Todo esto puede ayudarnos a liberar hormonas asociadas a la alegría, como la dopamina, serotonina, oxitocina y endorfinas. Sin embargo, no pondría como meta la alegría, sino el sentirnos bien, en paz, la calma del alma, la fe, la esperanza, el autocuidado. Y, desde ese bienestar, entenderemos que hay una forma diferente de vivir la vida, y pasarán cosas hermosas.  

-¿Se trata de mirar con otros ojos?

-Los pensamientos y nuestra atención son clave. Si estamos todo el día pensando en lo mal que están las cosas, y en el daño que nos hizo alguien, vamos a estar en un círculo del que es difícil salir. Cuando comenzamos a hacernos conscientes de lo que estamos pensando, y elegimos cambiar nuestra mente, independientemente de las circunstancias que atravesamos, podemos estar más en paz con lo que es.

«Cuando somos conscientes sólo del dolor que nos habita, estamos parcializando nuestra mirada. Al igual que si sólo fuéramos conscientes de la alegría que también nos habita. No se trata de una u otra. Se trata de integrar y de vivir todo».

-¿Por qué ocurre esto?

-Porque nuestros pensamientos no caen al vacío, sino que generan sustancias químicas en el cuerpo. Y esas sustancias determinan estados de ánimo (nos sentimos exactamente igual que como estamos pensando). Y esos pensamientos, a su vez, nos llevan a actuar en congruencia con cómo nos sentimos. Es por eso que, si creamos un nuevo estado interior y tenemos pensamientos más amables y motivadores, las cosas en la vida van a seguir sucediendo, pero el hecho de sentirnos diferente ayudará a ver todo desde un lugar menos dramático.

Hay una frase que dice que “no vemos la vida como es, sino como somos”. ¿Es eso?

-Es así como todo cambia sin que nada haya cambiado. A eso se le llama “milagro” en el libro Un Curso de Milagros, que habla de cómo interpretamos la vida, entre otras cosas. Entonces, se puede construir un mundo interno de paz y plenitud, independientemente de lo que sucede afuera. Lo único que debemos hacer es trabajar en nosotros mismos con un fuerte compromiso, disciplina y convicción. Nuestras ganas de cambiar deben ser más fuertes que los hábitos de vida que tenemos. El trabajo estará en nuestra auto-observación, pensamientos, enfoque y confianza. El trabajo personal también es una forma de vida, porque si lo repetimos cada día, en algún momento deja de ser “trabajo” y pasa a ser nuestra personalidad. 

-Vos escribiste en un post de Instagram: “Hay que saber lo difícil que es a veces la vida, pero no elegir esa cualidad como obstáculo, ir más allá”. ¿A qué te referís?

-A que nuestro desafío es cambiar la mente. Es dejar de ponernos palos en la rueda. Es seguir fluyendo, porque siempre ocurren cosas difíciles y otras más fáciles. A las más difíciles podemos considerarlas oportunidades para superarnos. Y los momentos más hermosos y alegres también son el resultado de nuestro trabajo, energía y amor a la vida. Detengámonos ahí también, no pasemos tan rápido la hoja, demos gracias. Entrenémonos en estar más atentos, dediquémosle atención a todo lo lindo que nos rodea. 

-¿Qué significa cuando decís que “incluso para estar mal, es importante estar bien”?

-Estar mal estando bien sería comprender que los momentos difíciles también forman parte de la vida de todos, y desde esa consciencia abrazarnos fuerte y permitirnos las emociones menos cómodas, sin forzarnos a vivir algo diferente. Aceptando ese momento de malestar sabiendo que pronto pasará y que, si queremos, podemos aprender: el dolor es un gran maestro. La actitud es la de aceptación, consciencia y aprendizaje.

-¿Se puede ser feliz, a pesar de un dolor? ¿Qué pasa acá con la alegría?

-Cuando una persona es feliz, es feliz más allá de las emociones que la visiten. Podemos ser felices y estar tristes. Y si tenemos un dolor, por ejemplo un duelo, ese momento por lo general no es compatible con la alegría. Ese momento es más bien compatible con la tristeza. La tristeza es la única emoción que no sólo no nos da energía extra (como la alegría, el enojo/ira o el asco), sino que nos la quita. Cuando estamos tristes no tenemos fuerza para nada. Esto es para que podamos soltar lo que se va, para no poner resistencia y dejar ir. Cuando tenemos un dolor, es importante permitirnos estar tristes, tomarnos nuestro tiempo. Y luego, cuando sea nuestro momento, seguir. O mejor dicho, volver a empezar. Ya habrá momento para la alegría. 

-¿Algún hábito lindo que nos puedas regalar para mejorar nuestros días?

-Siempre, cuando termino una meditación, les digo que hagan la postura de felicidad. Porque el yoga tiene posturas de manos (asanas), posturas de cuerpo (mudras) y posturas faciales. Y hay una que es la postura feliz. Los estudios de neurociencia indican que, al sonreír, los músculos que se mueven llegan al cerebro como un mensaje que indica que todo está bien. Entonces hay algo que cambia. Les propongo hacer la prueba.

Más info: Instagram: @annafedullo | Talleres con Anna: anna-fedullo.jimdosite.com/talleres

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