Cintia Roberts: «La escritura intuitiva es una invitación a encontrarnos con nuestra esencia»

Cintia Roberts: «La escritura intuitiva es una invitación a encontrarnos con nuestra esencia»

“La intuición nos guía a eso que sentimos que nos hace bien”. “Es como si hubiera una corazonada que nos dice: ‘es por ahí’”. “Si bien no existe una certeza absoluta, se trata de confiar y habitar ese lugar”. Estas son algunas de las ideas que fueron apareciendo en una de nuestras reuniones de sumario, cuando decidimos la palabra guía de marzo.

Y enseguida nos acordamos del hermoso taller de Escritura Intuitiva que dictó Cintia Roberts (@cintia.roberts) en noviembre del año pasado, para nuestra comunidad de Círculo Sophia. Entonces decidimos que era una buena oportunidad para charlar con ella y profundizar en el tema. Porque estamos convencidas de que escribir —cuando se hace desde un lugar de autoexploración—, nos abre una gran puerta hacia la escucha atenta; la clave para conectar con la intuición. 

—Cintia, ¿qué es la intuición para vos?

—La intuición es algo que percibimos con mucha suavidad y en voz muy bajita; una verdad propia y personal, un pálpito que nos indica una dirección. La intuición nos conduce a una sabiduría más profunda, es algo que muchas veces se nos presenta como evidente, pero es tan sutil y delicada, que si estamos aturdidas por el ruido externo (prejuicios culturales, adquiridos, transferidos, por el deber ser, etc.), no somos capaces de oír. “La intuición es nuestro sexto sentido”, dice la antropóloga Margared Meed. 

—¿Y qué sería la escritura intuitiva?

—Es algo en lo que vengo pensando hace tiempo desde mi oficio de editora, pero después de haber hecho “El camino del artista” de la mano de Dani Villalba, algo de lo aprendido allí se hizo evidente: cuando nos abrimos a la intuición, nos vamos volviendo más sincrónicos, nos dejamos guiar por esa brújula interna. Mientras escribimos aparecen deseos o se abren canales asociativos, y se deja ver algo que se puede utilizar como materia creativa, como inspiración y punto de partida para lo que deseemos escribir.

—¿Es una voz interna?

—Es esa voz que nos susurra: “Tirá del hilo y seguilo”, como hizo Teseo con el ovillo que le dio Ariadna. Hay que seguir el rastro de esa voz para ir encontrando el camino y la salida del laberinto. Es un compromiso con la propia esencia porque, como diría Virginia Woolf, “solo se me ocurre decir breve y prosaicamente que es más importante ser uno mismo, que ser cualquier otra cosa”. Y esto vale también para la escritura. 

—¿Se trata de escribir con todo lo que somos?

—La voz narrativa se construye con quienes somos. Es nuestro acopio personal lo que nos otorga originalidad en esa voz. La escritura intuitiva no imposta nada, no quiere refinar un estilo para parecerse a otra escritura: deja que las inquietudes, la incertidumbre y la curiosidad nos atraviesen, porque escribimos también con la materia que somos, con el cuerpo y con la emoción. La etimología de la palabra «emoción» dice que este hermoso vocablo viene del latín emovere formado por ex (‘hacia fuera’) y moveré (‘sacar de un lugar’, pero también ‘sacudir’). Y muchas veces, la mayoría de las veces, la escritura nos sacude y nos hace movernos. Así en la ficción como en la vida.

—Se trata entonces de soltar la mano…

—La escritura intuitiva es una invitación a soltar la mano, explorar nuestra creatividad, nuestra parte más original (en el sentido de genuina), dejar fluir los pensamientos y sentimientos, para encontrarnos con nuestra esencia y poder accionar a partir de ella.

—Mucha gente se pregunta ¿y para qué sirve escribir de esta manera?

—Me gusta el valor de las cosas inútiles. Me parece que aquello que no es productivo para el mundo capitalista y globalizado en el que vivimos y habitamos, nos hace conservar la singularidad de los propios intereses, y le da sentido a nuestra existencia. Sin embargo, sí creo que tiene una utilidad, aunque es muy personal. La escritura intuitiva nos ayuda a acceder al conocimiento que está dentro nuestro, con el propósito de volvernos más perceptivos, intuitivos y escuchadores. Llevando nuestros pensamientos, deseos, emociones desde la opacidad a la luz.

—¿Cómo lo vivís vos? ¿Cómo es tu experiencia con este tipo de escritura?

—Voy a contarte algo que me pasó a mí en relación con la escritura. El día que le conté a mi hija que su hermano tenía síndrome de Down, esa charla no fue todo lo ideal que había imaginado. Fue en un momento de desborde. La intuición me dijo: “debés escribir sobre esto”. Lo hice. Con la misma dosis de impulso e ingenuidad lo subí a mis redes. La editora en jefe de Penguin Random House, que en ese momento era Mariana Vera, me llamó por teléfono desde el subte mientras regresaba a su casa y me dijo: “Cintia, acabo de leer tu posteo, tenés que escribir esta historia”. Ella vino a apoyar una fuerte necesidad mía. Después de esas pocas líneas, trabajé muy duro un año. Y el libro salió. Hace poco me escribieron para notificarme que saldrá también en Corea del Sur. ¿Por qué te cuento esto? Porque este libro es el ejemplo claro para mí de que las cosas funcionan porque hay una fuerza arrolladora que viene de dentro, algo que puja por salir, y que si estamos atentos, podemos escuchar. Esa es la intuición que dice: acá hay algo. Y aunque yo no escribí esta historia para ayudar a nadie, es una historia que termina acompañando a muchos.

—¿Qué necesitamos para poder escribir?

—Escucha propia, y sobre todo no juzgarse. Ya habrá tiempo para mejorar, para corregir, para pulir. Y tener muy en claro que nadie necesita permiso para escribir. Todos estamos autorizados para hacerlo, todos tenemos una historia digna de ser contada. Llevo 20 años como editora, y en el transcurso de mi carrera vi a autores tanto noveles como consagrados frustrados, siguiendo una idea. La idea es una abstracción del pensamiento y su escritura una traducción a otro lenguaje. No hay necesidad de esperar que una gran idea llegue a nosotros, hay pocos temas sobre los que escribir, pero lo que hace una obra original es nuestra mirada, que es única y singular si podemos ser honestos con nosotros mismos. Esa es nuestra riqueza y lo que es imposible de copiar, lo propio.

—En el taller que diste en noviembre para Círculo Sophia, dijiste que para escribir necesitamos atención plena, estar en el aquí y ahora. ¿Por qué?

—Porque si estamos aturdidos por el ruido externo no podemos escucharnos. Si estamos contaminados por tantos estímulos externos, no podemos agudizar la mirada. En mis talleres de escritura recomiendo llevar una bitácora de pequeñeces (como le llama mi amiga Lucía Marroquín), o bitácora doméstica de algo en particular (por ejemplo, del jardín): acercarte a ver las nervaduras de una hoja, cómo la luz o la sombra filtran su color, el comportamiento de un insecto y sus movimientos. Eso es la atención plena, estar conectado con lo que ocurre aquí y ahora, tan simple pero tan complejo al mismo tiempo que debemos reaprenderlo.

—También en el taller hablaste de aprender a “vivir en poesía”. ¿De quién es este término?

—Es una frase preciosa que utilizo como filosofía de vida y es una deriva que inventé de una idea de una autora que admiro mucho y que es coterránea mía, por haber nacido en los confines del litoral, en una ciudad llamada Reconquista, a orillas del río Paraná. Ella tiene un texto ensayístico que se llama “Estar en poesía”. Allí nos dice: “La disponibilidad para percibir o expresarse a través de cualquier arte reside quizá en ser o estar sensible, o sea, en poder dejar libres a los sentidos para que cumplan sus funciones de descubridores del mundo. Pero no solamente para procesar datos por la vía racional y práctica, sino a través de la emotividad”. Su nombre es Laura Devetach, y sus lecturas me han acompañado desde la infancia; también tuve el honor de conocerla, editarla y nutrirme de ella de cerquita.

—¿Y qué sería para vos “vivir en poesía?

—La poesía descubre el lenguaje, lo hace vibrar y sonar de un modo distinto. Porque las palabras se ubican en el verso para provocar goce estético e imágenes. Si lo trasladamos a la vida, el goce es constante. Vivir en poesía es lo que hacen los niños y las niñas, en estado de asombro constante. Vivir en poesía es dejarse deslumbrar por la belleza de los gestos mínimos, de los detalles, de aquello que pasa desapercibido para el ojo del que está apurado.

—Cintia, ¿por qué practicás vos esta escritura intuitiva?

—Yo escribo para saber quién soy, qué siento realmente; escribo para sacarme el velo, para volverme más honesta, más real, porque hay algo que no sé y la escritura viene a completarlo. Y porque encuentro goce en hacerlo. Porque descubro que la forma (el hecho estético) también es capaz de conmoverme.

—¿Y esa es tu invitación?

—Esta es la gran invitación, pero no hay una sola respuesta a esta pregunta. Yo siempre recomiendo en mis espacios de taller “escribe y el propósito se expresará en la página”. Cada uno encontrará su propio propósito de escritura, algunos escriben para soñar, otros para sanar, otros para crear nuevos mundos y entender el propio a través de las metáforas y del distanciamiento que se provoca en ese salirse de uno mismo para crear algo nuevo.

—Me gustaría repasar acá algunos de los consejos de Lydia Davis que diste en el taller.

—Sí, son muy lindos e interesantes. Voy a sintetizar tres de sus consejos.

1. Toma notas con regularidad. Mejorará tu capacidad de observación y expresión. Se crea un círculo productivo: gracias a la práctica de tomar notas observas más, y al observar más, tendrás más para anotar.

2. Trabaja a partir del interés propio y jamás a partir de lo que en tu opinión deberías estar observando. Confía en lo que te interesa.

3. Si quieres ser original no busques ser original. Más bien dedícate a trabajar en tus ideas. Y luego, cuando escribas, di lo que piensas y sientes, lo que tengas ganas de decir.

—¿Qué sería bitacorear/documentar/journalear (algo que está muy de moda)? ¿Estas prácticas tienen que ver con la escritura intuitiva?

—La bitácora no tiene una forma precisa y eso es bueno, porque no limita. Si vas caminando y se te ocurre una frase y tenés un cuaderno a mano, la anotás. O si algo te inspira a escribir en un formato poético o carta, o simplemente un post-it a modo de nota mental. También puede funcionar como un diario, y a menudo se utilizan imágenes, dibujos, collage para enriquecer un modo de vivir más atentas, de guardar registro de lo que nos pasa, atraviesa, alimenta la curiosidad y deja testimonio de lo vivido. Para mí la bitácora es una forma de acopio, como las páginas matutinas. 

—Claro, distinto es cuando ya escribimos con un propósito…

—Exacto. Cuando nos sentamos a escribir con un propósito es diferente: se nos presenta un tema, una inquietud, una idea, y escribimos sobre eso. Mi recomendación es darle una forma: reflexión, ensayo, microrrelato, cuento, novela (aquí se sostiene un propósito de escritura y es un proceso más largo). Si hay ganas de dar el paso a la ficción, con ese acopio del que hablamos antes vamos a tener mucho material para organizarlo y luego trabajar con el lenguaje.

Una pregunta por día para el mes de febrero

Una pregunta por día para el mes de febrero

En enero abrazamos los nuevos comienzos, y te invitamos a probar (e intentar) 31 ideas para alimentar tu bienestar. Este mes, inspiradas en el libro 365 que crearon Lau Chouhy y Nati Wainer de @365registrado, te regalamos 29 preguntas para un febrero que recién arranca (¡hola año bisiesto!).

“La propuesta de 365 es que puedas hacerte una pregunta por día, por cinco años. Estamos convencidas de que hacernos preguntas nos ayuda a revisarnos, pensarnos, divertirnos. Y si lo repetimos año tras año, podemos ir viendo las transformaciones que se van dando con el tiempo”, dicen Chouhy y Wainer convencidas.

No hay dudas de que las preguntas funcionan como un pequeño espacio de introspección, escucha, y pausa. Que pueden activarnos, darnos información valiosa, y encontrarnos con espacios que estaban dormidos. Por eso la idea es que puedas tomar estas 29 preguntas como disparadores para indagar dónde estás parada, lo que te gusta, aquello que quisieras para este 2024, y probar hacer algo diferente. Agarrá el lápiz y empezá. ¡Ojalá te guste la propuesta! También podés descargar el listado e imprimirlo haciendo clic acá para escribir tus respuestas en papel 🤍

Jueves 1: ¿Qué deseás para este año nuevo? Enumerá tres cosas.

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Viernes 2: ¿Qué aprendiste del año pasado? ¡A pensar!

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Sábado 3: ¿Cuál fue la mejor parte de tu día de hoy? (y por qué) Escribila acá.

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Domingo 4: Si el día de hoy tuviera una hora extra, ¿para qué la usarías? Dejá volar tu imaginación.

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Lunes 5: Escribí algo que hoy te haya inspirado. Puede ser un aroma, una persona, un momento, un diálogo con alguien.

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Martes 6: Mi forma favorita de empezar el día es…

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Miércoles 7: ¿A dónde querés que sea tu próximo viaje? (Soñar no cuesta nada).

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Jueves 8: ¿Qué es lo más difícil de tu trabajo? (¿Podrías hacer algo para cambiarlo?).

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Viernes 9: ¿Cuáles son los desafíos que estás enfrentando? (Pueden ser laborales, familiares, de amistad).

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Sábado 10: ¿Qué te da bronca? (Escribí con ganas).

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Domingo 11: Me apasiona… (ojalá acá también puedas escribir con ganas).

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Lunes 12: ¿Qué estás buscando ahora: seguridad o aventura?

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Martes 13: ¿Necesitás un break? ¿De qué? (¡Qué bien hacen las pausas!).

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Miércoles 14: ¿Cuáles son tus planes para San Valentín? (O no-planes).

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Jueves 15: ¿Qué te hace a “vos”, ser vos? Podés hacer una lista bien larga.

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Viernes 16: Resumí en una palabra qué es lo que querés en esta vida. Sí, una palabra.

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Sábado 17: ¿Qué tenés pensado hacer mañana? (¿O preferís que el día te sorprenda?).

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Domingo 18: ¿Qué valorás del otro género? (Puede ser una o varias cosas).

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Lunes 19: Del 1 al 10 ¿Qué tan triste estás? ¿Por qué? (Te abrazamos).

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Martes 20: ¿En quién pensaste cuando te levantaste esta mañana? (¿Se lo dirías?).

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Miércoles 21: Si tuvieras que empezar tu propia empresa, ¿de qué sería? (¡Podés jugar!).

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Jueves 22: ¿A quién extrañás? (¿Y si le escribís una carta?).

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Viernes 23: ¿Cuál es la persona más loca en tu vida? (¡Qué lindo tener a alguien así!).

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Sábado 24: ¿Cómo estás hoy? (¿Qué necesitás?).

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Domingo 25: Sonrío cuando…

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Lunes 26: ¿Qué estás aprendiendo a querer?

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Martes 27: Algo que hubieses querido hoy y no tuviste (¿Podrá ser mañana?).

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Miércoles 28: ¿Cuál es tu lugar en el mundo? (Podés tener una foto de este sitio siempre cerca).

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Jueves 29: Año bisiesto: ¿Qué harías con un día libre más en tu vida?

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Más info
Al libro “365 Registrado” podés conocerlo en @365registrado, y comprarlo en la tienda www.365registrado.com.ar. Hay cinco propuestas: clásico, kids, adolescentes, abuelos (para los nietos), mamás. Todos hermosos.

«En lugar de seguir tu ruta habital, podés crear una nueva»

«En lugar de seguir tu ruta habital, podés crear una nueva»

En la heladera de mi casa tengo un imán que dice “Si buscas resultados diferentes, no hagas siempre lo mismo”. También en el balcón, un cartel de chapa que reza: “¿Tomás algo para ser feliz? Sí. Decisiones”. Estas frases me acompañan cada día. No digo que repare en ellas siempre, pero a menudo, revolotean en mi cabeza. Y me hacen “volver a mirar”.

En una de nuestras últimas reuniones de sumario de diciembre, empezamos a tirar ideas “para intentar cosas distintas” (“intentar” es la palabra del mes). Y entendimos cómo esta actitud, sólo surge si ponemos intención y voluntad. Porque ante la posibilidad de cualquier idea de cambio, nuestro cerebro se va a resistir. Y debemos estar muy atentas.

Charlamos con Laura Lewin, oradora TEDx y autora de 12 libros sobre educación, y si bien ella nos asegura que el camino no es fácil, también afirma que es posible: podemos salir del piloto automático (desechando esta idea de que hacemos las cosas de una manera “porque siempre se hicieron así”), y comenzar a pensar diferente, diagramando nuevas rutas mentales.

Laura, ¿es posible cambiar hábitos?

—Cambiar hábitos es posible, pero bastante difícil. Partiendo de la neurociencia, es totalmente posible gracias a la capacidad del cerebro para adaptarse y aprender cosas nuevas, lo que se llama plasticidad cerebral. Esto sería algo así como reprogramar un camino en tu mente: en lugar de seguir la ruta habitual, creás una nueva.

¿Cómo se forman los hábitos?

—Los hábitos se forman porque ciertas acciones nos hacen sentir bien, y repetirlas fortalece esa sensación. Pero, para cambiar un hábito, primero necesitamos ser conscientes de él, entender por qué existe y qué lo mantiene. Después, en lugar de solo intentar dejarlo, es más efectivo reemplazarlo por uno mejor. Este cambio requiere práctica y repetición: cuanto más lo hacemos, más natural se vuelve. También es importante prestar atención a lo que desencadena ese hábito antiguo, y ajustar nuestro entorno para apoyar el nuevo comportamiento.

¿Podrías darme un ejemplo?

—Por ejemplo: si todas las noches me llevo un paquete de galletitas a la cama y no me gusta ese hábito, puedo empezar por dejar el paquete de galletitas lo más lejos que pueda, para que me dé fiaca ir a buscarlas, y poner un libro en la mesita de luz. La idea es reemplazar el comer galletitas antes de dormirme con algo de lectura. Con paciencia y esfuerzo, el cerebro aprenderá y adoptará estos nuevos hábitos. Pero claro, no es sencillo. Si cambiar hábitos fuera sencillo, ¡yo estaría flaca! (risas).

¿Por qué cuesta tanto hacer las cosas de un modo distinto a como las hacemos siempre?

—Nuestro cerebro está programado para la eficiencia y la comodidad. Cuando repetimos una acción muchas veces, como ir al trabajo por el mismo camino, nuestro cerebro crea una especie de “autopista mental” para esa actividad. Estas autopistas mentales son rutas neuronales que hacen que la acción sea más fácil y requiera menos energía y pensamiento consciente. Es como estar en piloto automático. Cuando intentamos hacer algo de manera diferente, como cambiar el camino al trabajo, le estamos pidiendo a nuestro cerebro que abandone esa autopista cómoda y bien establecida y que cree una nueva. Eso requiere más energía y esfuerzo.

¿Y qué sucede ahí en nuestro cerebro?

—El cerebro necesita activar nuevas conexiones neuronales, y eso puede ser incómodo al principio. Es como construir una nueva carretera en un terreno desconocido. Además, los cambios significativos, como cambiar de trabajo por ejemplo, pueden provocar incertidumbre y estrés. Nuestro cerebro está diseñado para responder a la incertidumbre con precaución, como un mecanismo de supervivencia. Esto puede hacer que nos sintamos ansiosos o resistentes al cambio.

Entonces, el hecho de que nos cueste hacer las cosas de manera diferente, no es solo una cuestión de pereza o resistencia al cambio

—No. Es una respuesta natural de nuestro cerebro buscando eficiencia y seguridad. Sin embargo, la buena noticia es que gracias a la plasticidad cerebral, podemos entrenar a nuestro cerebro para adaptarse a nuevas rutas y formas de hacer las cosas. Con tiempo y práctica, lo que al principio parece difícil puede volverse más fácil y cómodo.

¿Qué sería la plasticidad cerebral?

—Aunque tu cerebro se resista inicialmente a cualquier cambio, diagramar un nuevo modo de hacer las cosas es esencial para el crecimiento y el aprendizaje. Y acá es donde la neuroplasticidad del cerebro juega un papel crucial. Se refiere a la capacidad del cerebro para cambiar y adaptarse a lo largo de la vida, formando nuevas conexiones neuronales en respuesta a nuevas experiencias, aprendizajes, y cambios en nuestro entorno. Pero atención: la neuroplasticidad no se activa automáticamente; requiere que la pongamos en marcha.

¿Qué consejos podrías darnos acá?

  1. Desafiate a vos misma: realizar actividades que sean ligeramente desafiantes, puede estimular tu cerebro a crear nuevas conexiones. Esto puede ser desde resolver rompecabezas hasta cambiar la manera de realizar tareas cotidianas.
  2. Repetición y práctica: la formación de nuevas conexiones neuronales se fortalece con la práctica y la repetición. Al repetir una nueva habilidad o comportamiento, estás ayudando a consolidar esos nuevos caminos en tu cerebro.
  3. Atención y consciencia: prestar atención plena y estar consciente de tus acciones y pensamientos es clave. Al ser consciente de lo que hacés, podés elegir deliberadamente actividades que promuevan la neuroplasticidad.
  4. Variabilidad y novedad: exponerse a nuevas experiencias y cambiar tu rutina habitual, puede estimular el cerebro de manera efectiva. La novedad obliga al cerebro a interpretar y adaptarse a otras informaciones o entornos.
  5. Mantener una actitud positiva y de crecimiento: creer que podés mejorar y aprender nuevas cosas es fundamental. La mentalidad de crecimiento permite afrontar desafíos como oportunidades de aprendizaje, lo cual es esencial para la neuroplasticidad.
  6. Cuidado del cerebro: mantener un estilo de vida saludable que incluya ejercicio regular, dieta equilibrada, sueño adecuado y manejo del estrés, también apoya la salud cerebral y la neuroplasticidad.

¿Y qué ideas podemos pensar en lo cotidiano para hackear la mente y ver nuevas posibilidades?

—Abrir escenarios novedosos en nuestra vida cotidiana es una excelente forma de estimular el cerebro y descubrir otras posibilidades. Te comparto algunas ideas:

  1. Ir a trabajar por un camino nuevo: cambiar la ruta habitual para ir al trabajo puede ser un gran comienzo. Esto obliga al cerebro a estar más alerta y atento al entorno, lo que estimula la creación de nuevas conexiones neuronales. Además, puede ayudarte a ver el mundo desde una perspectiva diferente, incluso descubrir lugares interesantes que no habías visto antes.
  2. Cambiar la rutina matutina: alterar el orden o la manera en que realizás tus actividades matutinas, como cambiar el horario para ducharte, desayunar algo diferente, o leer mensajes en Whatsapp en otro momento, puede desafiar a tu cerebro a adaptarse a nuevos patrones. Esto mejora la flexibilidad cognitiva, que es la capacidad del cerebro para adaptarse a cambios y situaciones nuevas.
  3. Aprender una nueva habilidad o hobby: ya sea tocar un instrumento, aprender un nuevo idioma o practicar un deporte diferente.
  4. Socializar con otros grupos de personas: interactuar con personas fuera de tu círculo social habitual puede exponerte a nuevas ideas y perspectivas. Esto no solo es enriquecedor culturalmente, sino que también fomenta la empatía y la comprensión, y desafía al cerebro a procesar y responder a diferentes tipos de interacciones sociales.

La idea es salir de nuestra zona de confort y abrirnos a nuevos estímulos y desafíos. Esto contribuye a una mayor agilidad mental y bienestar emocional. 

¿Qué habilidades necesitamos poner a jugar para desafiar al cerebro? 

—Debemos saber que, inicialmente, el cerebro tiende a resistirse al cambio. Esto se debe, como te mencionaba antes, a que está programado para la eficiencia y la seguridad, prefiriendo seguir caminos neuronales ya establecidos. Sin embargo, con las estrategias adecuadas, podemos superar esta resistencia y fomentar la creación de nuevos circuitos neuronales.

¿Podrías mencionarnos algunas actitudes que nos pueden ayudar?

  1. Intención clara: tener un propósito claro y comprender el por qué detrás del cambio que queremos hacer es fundamental. Esto proporciona una motivación que puede impulsar la acción, incluso cuando el cambio se siente desafiante.
  2. Voluntad y compromiso: la voluntad implica la determinación de seguir adelante a pesar de las dificultades. Es la fuerza que te empuja a actuar según tus intenciones. El compromiso con el cambio, incluso cuando es incómodo o desafiante, es crucial.
  3. Curiosidad y mentalidad abierta: cultivar una actitud de exploración y apertura puede ayudar a superar la resistencia al cambio. La curiosidad nos lleva a experimentar y aprender, lo que es esencial para formar nuevos circuitos neuronales.
  4. Paciencia y persistencia: el cambio no ocurre de la noche a la mañana. Reconocer que la formación de nuevos hábitos y patrones de pensamiento lleva tiempo, puede ayudar a mantener la motivación incluso cuando el progreso parece lento.
  5. Enfoque y atención consciente: al prestar atención consciente a nuestras acciones y pensamientos, podemos identificar patrones habituales y hacer ajustes deliberados. Esto nos ayuda a mantenernos en el camino hacia el cambio deseado.
  6. Apoyo y entorno favorable: rodearse de un entorno y personas que apoyen el cambio deseado puede hacer una gran diferencia. El apoyo social puede proporcionar aliento y responsabilidad.
  7. Recompensas y celebración de logros: reconocer y celebrar pequeños logros puede reforzar los nuevos circuitos neuronales. Las recompensas activan el sistema de placer del cerebro, lo que ayuda a consolidar los nuevos patrones de comportamiento.

El cuento del peceto
(Autor desconocido)
Había una madre que siempre que cocinaba el peceto, le cortaba las puntas antes de ingresarlo al horno. Un día, la hija le preguntó por qué hacía esto, si las puntas eran la parte más rica. La madre le respondió que lo hacía porque de esa manera se cocinaba mejor. Le explicó que su madre lo hacía así, y que era algo que venía de generaciones. La hija, no conforme con la explicación, decidió llamar a la abuela para chequear esta información. En ese mismo instante, la abuela largó una carcajada y le dijo: “Querida, cuando yo llegué de Italia, la única fuente que tenía era bastante chica, con lo cual, el peceto sólo entraba si le cortaba las puntas. ¡No me digas que tu madre le corta las puntas al peceto!”.

¿Un dato más? Si querés seguir interiorizándote en este tema, te recomendamos para que leas el libro En cambio, de Estanislao Bachrach.

Calendario de autocuidado

Calendario de autocuidado

No es una lista de tareas. No pasa nada si no cumplís con todas las propuestas. No tenés que ir tachando los días, ni cargarte con obligaciones. Son tan solo pequeños recordatorios para que puedas empezar el año sintiéndote mejor. Y agradeciendo estar acá.  

Nada está bien, nada está mal. Podés elegir hacer las actividades que más te gusten, y descartar las que no. Podés hacer las 31 o nada más que 1 (seamos más compasivas con nosotras mismas). Intentalo “solo por hoy”. Y al terminar la semana, hacé un registro y preguntate: ¿Lo hice cada día? ¿Cómo me sentí? ¿A cuáles de todas estas propuestas podría convertirlas en hábitos diarios?

¡Feliz comienzo para este 2024!

Lunes 1: Caminá descalza. (Hábito conocido como “grounding”). Sentir el pasto fresco en la planta de los pies ayuda a recargar energías.

Martes 2: Inventá un nuevo licuado de frutas. Elegí tus piezas preferidas y disfrutalo con hielo y muchas ganas. (¿Una idea? Frutillas + banana + durazno).

Miércoles 3: Hacé una meditación cortita. Puede ser en cualquier momento del día, hay varias guiadas acá: www.marianoelanchorena.com/recursos/

Jueves 4: No mires el celular al levantarte. Conectate con vos misma primero. Agradecé un nuevo día.

Viernes 5: Comprate flores. Podés ponerlas en un jarrón, en la mesa del comedor.

Sábado 6: Sostené tu mirada en el espejo y decite algo lindo. Louise L Hay trabaja mucho con esta práctica. Googleá su libro El poder del espejo

Domingo 7: Regalate algo que te encante. Unos lápices de colores, un libro, una taza con algún mensaje positivo, un cuaderno para tus anotaciones diarias. ¿Qué elegís?

Lunes 8: Cometé errores (y no te retes). Siempre podemos equivocarnos. ¿Y si hacemos de cada error la oportunidad de aprender algo nuevo, en vez de enojarnos con nosotras mismas?

Martes 9: Estimulá tu olfato. Oler una flor, elegir un perfume o un aceite esencial siempre es un mimo al alma. 

Miércoles 10: Fundite en un abrazo con alguien. Nunca sabés lo bien que puede hacerle a otra persona (¡y a vos también!).

Jueves 11: Hoy hay luna llena. Salí a la plaza, al patio o al balcón a verla (y llenate de su energía).

Viernes 12: Cocinate algo rico. Elegí la receta que quieras y poné música. ¡Es un momento para vos!

Sábado 13: Agradecé. Podés hacerlo a la noche, pensando (y si querés poniendo por escrito) cinco cosas lindas que te hayan pasado durante el día.

Domingo 14: Prepará un café/mate tranquila, saboreando el momento. Tratá de desayunar sin ningún estímulo externo.

Lunes 15: Elegí un ringtone inspirador de alarma. ¿Cómo te querés despertar mañana?

Martes 16: Esperá a que se caliente el agua del mate sin hacer otra cosa. ¿Podés quedarte unos minutos así, aquí y ahora?

Miércoles 17: Contale a alguien por qué es importante en tu vida. No des nada por sentado: siempre viene bien sentirnos queridos. 

Jueves 18: Tomate un vino con vos misma. Abrí la botella despacio, servite una copa y saboreá ese instante de calma y conexión.

Viernes 19: Encendé un sahumerio o vela aromática. Los aromas siempre nos conectan con las emociones.

Sábado 20: Reservá tiempo para... Puede ser algo que hace tiempo postergás, como cortarte el pelo, que te hagan masajes o una limpieza facial. Vale mimarse.

Domingo 21: Dormí una siesta reparadora. Una linda manera de terminar el fin de semana. 

Lunes 22: Enumerá tres virtudes tuyas. ¿Te resulta difícil encontrarlas? ¡A veces nos cuesta tanto reconocernos lo bueno! 

Martes 23: Mirá fotos viejas. Volvé a pasar por el corazón aquellos momentos y personas queridos.

Miércoles 24: Elegí tu próximo libro. Que febrero no te encuentre sin una buena lectura sobre la mesita de luz. 

Jueves 25: Escribí todo lo que se te venga a la cabeza. Completá tres páginas. Vaciá el cerebro, y empezá el día más liviana.

Viernes 26: Dale espacio a tu hobbie. Pintar, dibujar, tejer, bordar, cuidar las plantas, escribir, hacer origami. ¿Cuál es el tuyo?

Sábado 27: Sentate a ver una película, serie o documental. O aprovechá para ir al cine y armar una salida diferente.  

Domingo 28: Ordená el placard. Recordá que orden externo es orden interno. Si te cuesta, empezá por un cajón.

Lunes 29: Escuchá tu música preferida. Podés armarte una buena playlist en Spotify y hacerla colaborativa, para que otros sumen sus canciones y puedas descubrir bandas y cantantes nuevos. 

Martes 30: Salí a caminar a la plaza más cercana. Mirá el cielo, dejate llevar por la belleza de las plantas y los pájaros, prestando atención a todo lo que pasa a tu alrededor.

Miércoles 31: Animate a hacer algo distinto. ¿Hay algo más lindo que dejarnos llevar por la espontaneidad y cambiar un poco la rutina? ¡A nunca dejar de intentar!