Claudina Kutnowski: “La vida es impredecible y no tenemos nada atado”

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Hay una frase del escritor Thomas Chalmers que dice: “La dicha de la vida consiste en tener siempre algo que hacer, alguien a quien amar, y alguna cosa que esperar». Y mientras hacemos, amamos, y esperamos, nos transformamos. Porque de eso se trata el viaje. De escuchar al alma, y reinventarnos cuando grite “pido”: tanto en lo personal, como en lo familiar, y en el trabajo.

En esta charla con Claudina Kutnowski, psicóloga especialista en transiciones laborales, vamos a entender cómo el inicio de una transformación laboral puede ser buscada, o bien el resultado de algo que te despierte y muestre lo que ya no va más. ¿Lo más valioso que podemos hacer por nosotras mismas? Abrir un espacio para pensarnos, y maniobrar cuando lo sintamos necesario.

—Claudina ¿a qué edad notás más que hay una búsqueda de una transformación laboral?

—Hace un poco más de diez años, cuando empecé a trabajar bajo la premisa de ayudar a las personas cuya vida corporativa les resultaba insatisfactoria, el promedio de edad de los consultantes era de 42 años y eran fundamentalmente mujeres. A medida que fue pasando el tiempo, y se amplió el segmento de quienes me consultaban (socias en crisis, profesionales independientes, artistas, gente que volvía después de licencias prolongadas, prejubilaciones), el margen de edad fue enorme: desde chicas que se graduaban de «la carrera esperada» y se daban cuenta de que ni remotamente era por ahí, a hombres de más de 60 que ya cómodos con su situación familiar y económica, sentían que se podían dar «el lujo» de pensarse.

—¿Entonces no hay edad?

—En función de lo que te decía antes, no hay edad. Creo que es por otro lado. Mis meses de mayor demanda son diciembre, enero y febrero. Las personas cierran el año haciendo balance y proyectando cambios (estos son los cambios buscados). Otro mundo es el de las separaciones, las crisis, los despidos, la pérdida de un ser querido, una mudanza de país, una enfermedad. Acá son como fichas que caen e impulsan el cambio. Y esto pasa en cualquier momento de la vida.

—Siempre pienso que es muy difícil a los 18 años elegir el trabajo/carrera “para toda la vida”. ¿Cómo lo ves vos?

—Hay que aclarar que yo trabajo con mujeres de clase media y clase media alta y de ciudades más o menos grandes, o con facilidad de acceso a la educación universitaria. No podemos olvidar que este tipo de personas no es una muestra representativa de todo lo que sucede. No es lo mismo nacer en Belgrano, Ciudad de Buenos Aires, que en Tilcara, Jujuy. La cultura e idiosincrasia depende mucho de dónde nacés y te criás. Dicho y aclarado esto, respondo a tu pregunta: por supuesto que esa premisa del “para siempre” hoy se ve en mucha menor medida que antes, y creo que esto se basa en varios pilares.

—¿Con qué sentís que tiene que ver?

—Por un lado, con que mi generación ha criado a sus hijos bajo la idea de evitar aquello que nosotras sufrimos, que fue una carga de mandato enorme del «hay que». Además, el movimiento feminista de los últimos años intensificó el empoderamiento de las mujeres, habilitando más autonomía en la toma de decisiones. También el mercado laboral se diversificó enormemente generando mayor oferta de carreras y especialidades. Recientemente, la pandemia nos abrió la posibilidad de estudiar online en cualquier lugar del mundo. Todos estos aspectos contribuyen a que el “para siempre” sea mucho más relativo que antes, en general. Pero hay casos y casos, y aunque nos parezca increíble, hay gente muy atada aún a vivir lo que otros diseñan desde afuera para sus vidas. La elección de la carrera es un momento muy difícil en la vida de los adolescentes.

—¿Es más difícil ahora que antes?

—No creo que ahora sea ni más difícil ni más fácil que antes. Siempre fue muy difícil. Mi mamá trabaja en orientación vocacional desde hace cincuenta años y yo, que inicié mi trabajo profesional en esa especialidad, no dejo de ver hoy algo parecido: son personas jóvenes que todavía no se conocen tanto, cuya personalidad aún está muy influida por la familia, los amigos, un buen (o mal) profesor o profesora del cole. En la adolescencia, la búsqueda de saber “quién soy” es súper vertebral, si a eso se le suma pensar en “voy a ser” (una profesión), genera mucha angustia y ansiedad por lo que se deja afuera. Elegir es resignar todo lo que no se elige…. Es mucho.

«Aunque nos parezca increíble, hay gente muy atada aún a vivir lo que otros diseñan desde afuera para sus vidas. La elección de la carrera es un momento muy difícil en la vida de los adolescentes».

—¿Qué consejo darías a chicos o padres que están atravesando esta etapa?

—Algo muy importante para mí es poder separar lo que se hace, de quienes somos. Eso alivia. Tanto quién soy, como quién puedo ser, son cambiantes en el tiempo. Y lo que estudie debería acompañar ese desarrollo personal, y nutrirse y nutrirlo.

—Durante la pandemia dijiste que, en contextos así, era importante “tener una gran flexibilidad”. Esto es algo fundamental para la vida en general, ¿no?

—Sí. Ser flexibles nos ayuda, porque por más ordenados y planificadores que seamos, la vida es impredecible y no tenemos nada atado. De hecho, te diría que parte de la gente que me consulta es aquella que logró tanta estabilidad que siente que su vida está estancada. La flexibilidad es el elemento que nos permite transformarnos. Cuando las cosas cambian y no soportamos eso, se arma algo que yo llamo «pelearse con el destino»: es la resistencia a aceptar lo nuevo que sucede, lo que ya no es. Se me viene la imagen de alguna divinidad poderosa que movió alguna ficha y nosotras, chiquitas, mortales, vamos a discutirle que no, que no nos gusta, que queremos que todo vuelva a lo de antes. El devenir de la vida es algo más fuerte que nosotras. Es como pelearse con el mar, con la montaña, con el paso del tiempo.

¿Qué características personales sentís que pueden ayudarnos en momentos de transformación laboral?

—Me parece que es fundamental la autoconfianza, la paciencia, el poder entregarse a lo desconocido, y no controlar. Es tener cierta sensibilidad para conectar con lo que está pasando e ir acompañando eso. También la calma, y el desapego a los planes. Porque si nos quedamos muy aferrados a algo que decidimos, y después la realidad nos dice que no lo podemos hacer, rápidamente es importante que veamos alternativas.

«La flexibilidad es el elemento que nos permite transformarnos. Cuando las cosas cambian y no soportamos eso, se arma algo que yo llamo pelearse con el destino: es la resistencia a aceptar lo nuevo que sucede, lo que ya no es».

—Hay muchas frases que hablan de “tirarse a la pileta” cuando se está en duda con una situación laboral. ¿Qué opinás de esas decisiones que se toman medio sin pensar?

—A mí me preocupa mucho el famoso tema de tirarse a la pileta. Me parece un enunciado un poco irresponsable. La mayor parte de nosotras vive de su trabajo, en un país con momentos de mayor y menor estabilidad económica. Preservar el ingreso que brinda el trabajo es clave y no creo que eso tenga que ver con hacer cosas irreflexivas e impulsivas. Transformar no es sinónimo de hacer. Y muchísimo menos de actuar sin pensar. Las transformaciones son de adentro hacia afuera y nos necesitan como líderes principales del diseño y armado de aquello que estamos anhelando para nuestras vidas. Después viene el hacer.

—Qué interesante eso de que “transformar no es hacer”…

—Claro. Las transformaciones pueden ser enormes, chiquitas, focalizadas, amplias, duraderas, contingentes. Y se suelen iniciar cuando hay algo que ya no va. Para algunas personas, y dependiendo del momento de vida de cada quien, eso se puede percibir apenas se inicia. Y, para otras, será algo que la realidad externa le está avisando a los gritos. Una transición laboral es más bien de las cuestiones lentas, de lo que hay que trabajar ordenadamente para que ese camino sea el mejor posible. 

—¿Transformar no es cambiar?

—No. Una cosa es un cambio y otra cosa es una transformación. El cambio puede ser resultado de una transformación, o puede ser un cambio y nada más (el cambio externo no siempre va a hablar de una transformación interna). La transformación es como cambiar las raíces de donde van a salir las nuevas flores.

—Vos mencionaste una vez que, en momentos de crisis, es importante tener un conocimiento muy profundo de “con qué se cuenta”. ¿A qué te referís con eso?

—A que muchas veces hay algo que sabemos muy bien, y no sabemos que eso nos puede ayudar un montón. Y capaz, hasta se transforma en un capital. Hay capacidades que tenemos, y que por ahí dejamos de usar (y pueden ser una gran habilidad). Por eso es muy importante que seamos flexibles y podamos adaptarnos. Es fundamental que no nos peleemos con lo que sucede. No importa si justo estábamos preparadas o no, si es lo que queríamos o no. Pasó.

—¿Cómo administrar la energía y la ansiedad en momentos de crisis laboral?

—Por supuesto que mi mirada es ir a ver qué pasa que hay tanta ansiedad, qué es lo que está generando ese estado. ¿Es algo actual? ¿Es algo del pasado? Mi punto de partida es tratar de entender, de poner palabras, de asumir nuestra responsabilidad sobre el cuidado de nuestra salud. Hay que tratar de no lanzarte como loca a nada. Cuando sentís que estás exhausta, bajar la velocidad. No detener del todo el andar, porque después es difícil volver a arrancar. Pero sí está muy bien regular la velocidad confiando en que en los momentos donde aparentemente no hay movimiento, en realidad se está acumulando energía.

«Transformar no es sinónimo de hacer. Y muchísimo menos de actuar sin pensar. Las transformaciones son de adentro hacia afuera y nos necesitan como líderes principales del diseño y armado de aquello que estamos anhelando para nuestras vidas».

—Qué tema la energía…

—La energía se administra. La ansiedad se trabaja porque enferma, si no se hace algo con ella. Yoga, meditación, terapia, gimnasia, estar al aire libre, tener hobbies. Todo esto ayuda a que no haya desborde. Pero, si el desborde aparece, hay que ver cuán profundo es y, si hace falta, tendrá que intervenir un profesional. En el mundo laboral hay dos extremos en aquello que nos sucede y, dependiendo de dónde estamos paradas, es el camino a investigar. Estos extremos son: el contexto y el mundo interior. Por contexto entiendo el trabajo, la tarea, el jefe, las condiciones laborales, lo más objetivo que se puede enunciar. Te diría, como ejemplo: no es lo mismo trabajar de bombero o médico de guardia, que de maestra jardinera o ceramista.

—¿Y el mundo interior?

—Por mundo interior me refiero a la historia personal, los anhelos, los mandatos, los miedos, la manera de defenderse, etc. La ansiedad suele generarse en un mix de los dos anteriores. Pero, a veces, la ansiedad es muy proveniente del contexto. Otras veces proviene fundamentalmente de nuestro mundo interior. En el primer caso, se trabaja más que nada con información de las opciones. En el segundo, hay que hacerlo con las emociones.

—Pareciera que, en el último tiempo, hay que aprender cada vez más a reinventarse cuantas veces sea necesario ¿Qué mensaje darías sobre eso?

—Un poco parecido a lo de tirarse a la pileta. Esos enunciados que nos dicen cómo tenemos que ser y qué tenemos que hacer son muy de esta época de redes sociales, inmediatez y superficialidad. Voy por la línea de lo genuino, del escucharse, de prestarse atención, de huir de los automatismos, de las voces calladas, de las postergaciones. Cualquier reinvención que elijamos o necesitemos llevar adelante nos va a necesitar mucho.

Más info: Claudina Kutnowski: www.glimar.com.ar

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2 Comentarios

  1. Anamc

    Me encantó esta entrevista. Y me encanta el trabajo de Claudina. Es lo que quise hacer con una ex colega y amiga pero por diversos motivos abandonamos.

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    • Lector Sophia

      Gracias por tus palabras! Y aniímate a hacerlo sola! No abandones el impulso profesional ❤️. Un beso!

      Responder

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