Con los pies en la tierra

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“¿Quién no se ha sentido más feliz después de un paseo por el bosque, un picnic en el parque o un baño en el mar?”, se pregunta la periodista y escritora británica Sarah Ivens al inicio de su libro Terapia del bosque (Editorial Urano). Y asegura: “Estar en la naturaleza es un bálsamo para el alma, hay algo revitalizante en ella, en hacer un buen uso del exterior. Sin embargo, y por desgracia, estamos perdiendo estas cualidades. Nos estamos convirtiendo en criaturas atrapadas en cuatro paredes y enterradas bajo listas de cosas por hacer; hibernamos mientras el mundo crece, florece, cambia”.

Cuando en una de nuestras reuniones empezamos a pensar en todos los modos que existen de habitar con mayor bienestar el mundo, el contacto con la naturaleza fue uno de los primeros que apareció. Porque cada vez que frenamos y tomamos consciencia de la manera alocada en que vivimos, nos damos cuenta de lo que nos perdemos: el olor del césped recién cortado, el placer de la lluvia en primavera, el viento moviendo los árboles, la escarcha en el parque una mañana de invierno, la caricia del sol en otoño: “Perdernos de todo esto nos entristece, intoxica, adormece y pone nerviosos (…) Conectar con la naturaleza de una forma significativa nos salva la vida. Además, no cuesta dinero y es adecuado para todas las edades”, asegura Ivens.

¿Cuáles son algunas de las ventajas de habitar la naturaleza según la autora?

1. Reduce el cansancio mental: Hoy decimos “sí” demasiado a menudo, nos encargamos de demasiadas cosas y le damos muchas vueltas a todo. Por eso es importante que sepamos que la exposición a entornos como un bosque/parque, un lago o una playa, restaura nuestra energía mental. Además, hay estudios que demuestran que hasta el simple hecho de contemplar fotos de la naturaleza aumenta nuestros pensamientos positivos. Y eso no es todo: dedicar tiempo a observar plantas, aves o cualquier pequeño detalle del mágico mundo vivo, refuerza la concentración y la paciencia.

2. Aumenta la creatividad: Los psicólogos ambientales de la Universidad de Michigan han investigado cómo influyen los elementos visuales de la naturaleza —un arroyo, una puesta de sol, una mariposa— en el cansancio mental de una persona. Y han descubierto que contemplar estas maravillas naturales, permite que el cerebro descanse y pueda afrontar los problemas de la vida diaria desde una perspectiva nueva. En la naturaleza, el cerebro es más propenso a la reflexión, a la ensoñación y a la divagación, lo que aumenta la creatividad. Así que no sería mala idea dar un paseo antes de una reunión importante.

3. Mejora de la felicidad: Un grupo de investigación de la Universidad de Essex observó gente haciendo ejercicio al aire libre y descubrió que tan solo cinco minutos de actividad física en una zona verde, bastaban para levantar el ánimo y aumentar la confianza en uno mismo. Una marcha rápida por un parque local con algún amigo/a es mucho más estimulante que ejercitarse solo en un gimnasio, mirando la hora de manera compulsiva, mientras el aire acondicionado te azota en la cara.

4. Disminuye el estrés y previene enfermedades: La naturaleza es un calmante maravilloso: reduce la tensión arterial, y baja los niveles de cortisol y adrenalina (hormonas asociadas al estrés), lo que nos ayuda a tranquilizarnos. Un dato extra: investigadores holandeses han observado menos casos de hasta quince problemas de salud, incluidas las enfermedades coronarias, el asma y la diabetes, en personas que viven a menos de ochocientos metros de una zona verde. También, estar en contacto con la naturaleza puede reforzar el sistema inmunitario, lo que previene la gripe, la tos y los resfríos.

5. ¡Abrazar la naturaleza te hace mejor persona! Trasladar una discusión o una queja al aire libre siempre ayuda a aclara el panorama. No hay manera más rápida de zanjar esa tensión, que tomarse un respiro para apreciar la belleza que nos rodea y ser conscientes de lo insignificante de ese momento y de nuestro lugar en el mundo. Además, ¿cómo puede uno seguir enojado y triste tras contemplar un maravilloso atardecer o a una madre pájaro construyendo un nido para sus pichones? La naturaleza nos hace sentir más enérgicos y generosos con los demás. Hundir los dedos de los pies en la tierra, acariciar la corteza descascarillada de un roble, contemplar un rayo de sol a través del follaje, nos recuerdan que estamos vivos y que tenemos abierto un mundo de posibilidades.

Verde que te quiero verde

“Adopta el ritmo de la naturaleza: su secreto es la paciencia”, dice una frase del filósofo estadounidense Ralph Waldo Emerson. E Ivens se pregunta: “¿Cómo podemos nosotros, la gente ocupada y estresada de la ciudad, aprovechar la naturaleza de una manera profunda, si estamos tan ocupados mirando las pantallas y corriendo de un edificio al auto y del auto a otro edificio, solo para seguir el ritmo del mundo que nos rodea?”.

Acá, algunos consejos simples que la autora propone para encontrar el modo de hacerlo:

1. Fijate un objetivo sencillo para empezar: No intentes convencerte de que tenés que salir todos los días, o de que si no lo haces, es mejor dejarlo. No estás entrenando para una maratón. Una vez a la semana está bien para empezar, y una vez al mes es mejor que nada.

2. Dejate notas y fotos por la casa: Esto te servirá para recordarte la belleza y la tranquilidad de las que podrías disfrutar. Podés poner junto al cepillo de dientes el más espléndido de los paisajes, la mágica vista de unos árboles o una montaña verde.

3. Hablalo con otros: Comprometete con el cambio en tu estilo de vida de manera pública. Puede que incluso suscites el interés de algún entusiasta más durante el proceso.

4. Llevá un diario: Apuntá cómo te sentís en todos los niveles: mental, física y espiritualmente a medida que vas poniéndote más en contacto con la naturaleza. Hacé el registro.

5. Prometete una recompensa: Prometete que si realmente pasas más tiempo al aire libre y menos dentro de casa, te darás una recompensa. Por ejemplo, podrías reservar un fin de semana de campamento, u organizar un picnic con algunos amigos, o comprar plantas nuevas para el jardín.

6. Regalate un momento mindfulness al aire libre: Dedicá un minuto en el jardín, en un parque o bosque para repetirte: “Inspiro el futuro, espiro el pasado”, respirando lenta y profundamente, en sincronía con tus emociones y con los ojos abiertos.

¿Algo más? Hay pequeños cambios que podemos empezar a hacer de inmediato, aunque no podamos salir ya mismo a dar un paseo por la naturaleza.

  • Asomarnos a la ventana al despertar para ver qué tiempo hace, en lugar de consultar la aplicación del celular.
  • Observar el movimiento de las nubes y cómo el viento mece los árboles.
  • Escuchar cómo los pájaros de la zona dan la bienvenida al día con sus cantos alegres.
  • Respirar el fresco aire nocturno y prepararnos con calma para irnos a dormir, lejos de la avalancha de entretenimiento que nos rodea.

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