Por Clementina Escalona Ronderos
La pregunta por la creatividad despierta cada vez mayor interés, y estudios científicos conducidos en todas partes del mundo buscan comprender su origen: ¿se trata de una condición especial de algunos dotados, o todos somos creativos?
Diversas investigaciones han llegado a la conclusión de que la creatividad no es una cualidad genética heredada, sino una capacidad innata en todos los seres humanos. ¿Por qué entonces solemos creer que hay personas más creativas que otras?
Estanislao Bachrach, doctor en Biología Molecular, destaca en su libro ÁgilMente (Debolsillo), que la única característica que tienen en común todas las personas que parecen ser más creativas en sus vidas, son las ganas de serlo. El primer paso, señala, consiste en autopercibirse como creativo y partiendo desde ese punto, expandir, estimular y desarrollar la creatividad.
“Solemos definir la creatividad de forma demasiado estrecha», señala la artista y escritora estadounidense Julia Cameron, autora del libro El Camino del Artista, haciendo referencia a la asociación entre la creatividad y las artes: “en realidad, todo lo que hacemos precisa de elecciones creativas”, describe. Para Cameron, la creatividad es una fuerza natural a la que cada persona da su propia forma. Es la energía capaz de moldear nuestra realidad.
La psicóloga Josefina Alegre Hernando coincide. “Creatividad viene de crear. Es la capacidad de generar nuevas y propias formas, de dar vida a algo, de ser original en cualquier acción cotidiana. Es una forma de habitar el mundo y de ejercer la libertad”, señala.
Tiempo de crear
Cada momento presenta la oportunidad de ser creativos, de salir de los lugares comunes. Desde vestirnos de forma diferente a la habitual o preparar una nueva receta, hasta iniciar un curso que nos interesa o hacer manualidades. La creatividad se trata de poner en juego otras maneras de interactuar con nosotros mismos y nuestro entorno.
Si contamos con esta capacidad natural, ¿por qué, sin embargo, no siempre nos permitimos desplegar nuestra creatividad?
Según los expertos, una de las barreras más contraproducentes es la crítica. “Una vez que una idea es juzgada por alguien o es auto juzgada, la creatividad se paraliza”, señala Bachrach. Las exigencias, las inseguridades y el afán de perfeccionismo, son algunos factores que limitan la expresión creativa. Otro de los motivos reside en que muchas veces no nos permitimos el espacio para incursionar en actividades nuevas. En el marco de una sociedad que tiende al resultadismo, nos privamos de ser creativos por miedo a no gustar, o por sentir, erróneamente, que perdemos el tiempo.
“[De niño] me gustaba pintar y me gustaba dibujar. Y a menudo pensaba, equivocado, que cuando te haces adulto dejas de pintar y de dibujar y te dedicas a cosas más serias”, comparte en su extraordinario libro Atrapa el pez dorado, el cineasta David Lynch. El director hoy entiende la creatividad como un estado de felicidad.
Esta noción de la creatividad reservada únicamente a la niñez es muy común. En un estudio conducido por el Laboratorio de Cognición Creativa en Austria, se expuso que el 68% de los consultados creía que los niños son más creativos que los adultos.
La artista plástica Ana Gallart pudo atravesar estas barreras. “Siempre me alegró el alma pintar. Es algo que traía desde chica y me animé a plasmar de más grande, a mis casi 40 años y con cuatro hijos”. Para Ana, pintar nace como una necesidad interior, y enfatiza la importancia de soltarnos y alegrarnos más allá de los resultados. “El disfrute y el juego como parte del proceso creativo es fundamental, uno se desestructura”, dice. Y agrega: “debemos permitir y respetar lo que surja de nosotros».
Cuando en sus talleres Julia Cameron se encuentra con personas que le preguntan “¿Usted sabe la edad que voy a tener para cuando aprenda realmente a tocar el piano, actuar, pintar, o escribir algo decente?”, ella sencillamente responde: “Sí, la misma edad que tendrás si no lo haces”.

Crianza y creatividad
Como explican la psicóloga Alegre Hernando y la psicopedagoga Vanesa Orrico, ambas especializadas en terapia infantil, es a través del juego donde el niño puede explorar, aprender, elaborar ideas y expresarse.
“Durante los primeros meses y años de vida, es vital dar vuelo a la creatividad a través del juego libre”, señalan, en referencia a un espacio donde surgen iniciativas propias y se generan importantes conexiones neuronales que permiten la creación de nuevas ideas y asociaciones. Tanto la estimulación de los sentidos como la relajación promueven directamente la aparición de estas conexiones, fomentando, a su vez, mayor fluidez creativa. Experimentar con el movimiento, con canciones, con la risa, con el juego entre niños y adultos a la par, son algunas formas de contribuir al despliegue creativo.
En contraposición, el rol de las pantallas, tan presente hoy en día en la vida de los niños, presenta un factor fuertemente contraproducente al desarrollo de la creatividad. “La ausencia de imaginación frente a una pantalla dificulta la capacidad para generar imágenes mentales”, explican las terapeutas. Frente a la pantalla, “el sujeto adopta un rol pasivo, le es dado todo masticado y sin posibilidad de que sus acciones modifiquen de forma alguna aquello que ve”. Esto no solo afecta el desarrollo cognitivo y personal del niño, sino que bloquea de forma abrupta el despliegue de su creatividad.
Sobrecargados de estímulos visuales, los otros sentidos se ven adormecidos y la experiencia propia se limita, dejando escaso espacio a la imaginación. “Las pantallas presuponen una concepción del niño como cuenco vacío que hay que llenar de contenido, mientras que la creatividad se expande bajo el paradigma de que el niño viene con su mapa trazado que debemos aprender a leer, y cada mapa es único”.
Desplegar, desplegarnos
Asumirnos como seres creativos es el primer paso para desplegar este potencial en cada área de nuestra vida. Se trata de jugar, de darnos el permiso a ser principiantes, de darnos lugar para hacer las cosas de distintas maneras. “Animarnos, valorarnos y autorizarnos el propio proceso creador”, dice Ana, a modo de invitación.
Darle vuelo a la maravillosa capacidad creadora que tenemos dentro presenta la vía de expresión más plena del ser, expresión casi inevitable. Vivir más creativamente es vivir más libres y más felices. ¡Comencemos a crear!
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