Solemos ver con enorme admiración el trabajo de aquellos que dedican su vida a causas que ayudan a otros y transforman realidades muy difíciles. Los sentimos «jugadores distintos», grandes héroes, pero en verdad son tan humanos como nosotros. Es que, la mayoría de las veces, no alcanzamos a ver ese mismo potencial en nosotros, ni nos consideramos preparados para asumir el desafío de transformar el mundo (o al menos una pequeña parte de él) en carne propia. ¿Por qué? Por que tenemos miedo de no estar capacitados, de no disponer del tiempo necesario, de no poder alcanzar nuestras metas y las de los demás. Sí, las razones abundan… Pero ¿y si te dijéramos que vos también podés ser un generador de cambios?
Para entender mejor cómo potenciar en nuestro interior la empatía y la capacidad emprendedora que se necesitan a la hora de llevar adelante esa transformación, hablamos con Belén Cavanagh, Coordinadora de Alianzas Estratégicas de Ashoka Changemakers, para que nos cuente cómo cambiar nuestras creencias sobre este tema y de qué manera animarnos a ser parte de aquellas causas que nos ayudarán a encontrar un propósito que, sin duda, le dará un nuevo sentido a nuestra vida.
—¿Todos podemos ser agentes de cambio?
—¡Sí! Todas las personas podemos ser agentes de cambio. Pero primero definamos lo que significa para Ashoka. Una persona agente de cambio es alguien que imagina una nueva realidad, actúa y colabora con un equipo para crear esa nueva realidad por el bien común.
—¿Qué hace falta potenciar en nosotros para lograrlo?
—En Ashoka creemos que cada persona tiene el potencial de ser agente de cambio. Para lograrlo tenemos que poner en práctica estas habilidades, que identificamos gracias al trabajo de más de 40 años con nuestros emprendedores sociales (Ashoka Fellows): empatía, trabajo en equipo, liderazgo compartido, iniciativa emprendedora.
Empatía: es la capacidad de conocer y comprender nuestras propias perspectivas, las de otros individuos y grupos, y usar esa comprensión para reconocer patrones a lo largo del tiempo y guiar las acciones de uno para contribuir al bien común.
Trabajo en equipo: la capacidad de contribuir y prosperar en un ecosistema fluido de equipos que se movilizan en torno a un nuevo problema u oportunidad. En Ashoka hablamos mucho del termino “equipo de equipos”, porque para generar cambios sistémicos, es decir, profundos y estructurales, necesitamos colaborar con otros equipos.
Liderazgo Compartido: el papel de los nuevos líderes para visualizar, habilitar y garantizar que cada jugador sea un iniciador y vea el panorama general.
Iniciativa emprendedora: el proceso de crear una solución novedosa a un problema social y que sea más eficaz, eficiente, sostenible o justa que las soluciones existentes, y cuyo valor creado se acumula principalmente para la sociedad y no para el sector privado.
—¿Cómo se toma la decisión de querer hacer un cambio positivo en el mundo?
—Hace poco me dijeron una frase que dice: “Si no sentiste, no aprendiste”. Desde mi punto de vista, querer hacer un cambio positivo en el mundo es algo que surge de adentro, se siente. A veces puede venir desde la impotencia de ver una injusticia; a veces puede venir desde el amor, como el amor hacia la naturaleza. Es esa primera chispa que nos moviliza, que para Ashoka tiene que ver mucho con la empatía. Y es clave poder registrarla para entender de dónde viene esa intención. Bill O’Brien dice que “El éxito de una intervención depende de la condición interior del interventor”. No va a ser el mismo resultado si lo hago desde un lugar de ansiedad, o si realmente le dedico tiempo para aclarar la mente, entender desde dónde lo estoy haciendo, y cuáles son los patrones que hay en mí que no tengo que llevar a este nuevo proyecto.
—¿Creés que se trae, que se aprende, que aparece a partir de alguna experiencia particular…?
—En el caso de las y los Fellows de Ashoka, sus causas los atraviesan, son parte de ellos. Volviendo a mi experiencia, cada vez que hablo con emprendedores Ashoka, o cuando conozco a jóvenes que están comprometidos con sus diferentes causas, me lleno de energía y esperanza. Cuando me pongo al servicio, puedo reconectar con mi propósito. Hay algo mágico en ese encuentro con los otros, o con la naturaleza, porque ellos reflejan quiénes somos y nos sacan de nuestra individualidad. Todos tenemos algo para dar y todos necesitamos algo.

—¿De qué manera se asume el compromiso de hacer algo que no es para uno individualmente, sino que es para otros, para todos?
—Para empezar, desde un lugar de humildad. No hay héroes en esta historia, y ese es un mensaje potente de Ashoka, porque no son sólo algunos iluminados los que pueden construir un mundo mejor, sino que el poder está en cada persona. Por lo tanto, es importante la co-creación con otros. Quien tiene el problema, tiene el 50% de la solución, porque conoce en profundidad cuáles son los desafíos. El arte está en identificar cuáles son las habilidades que se necesitan para seguir avanzando en la solución, y activamente promover la diversidad del equipo. Cuanto más diverso es el equipo, más vamos a poder ver nuestros puntos ciegos y evitar consecuencias no intencionadas.
—¿Qué cosas se pierden y qué otras se ganan en ese proceso?
—Ponerse al servicio es un camino de transformación. En mi caso, siempre salí distinta después de cada experiencia. Se pierden pensamientos limitantes o formas de entender el mundo y se abre una nueva perspectiva, una nueva forma de entender un problema. Se ganan nuevos amigos.
—¿Cuál es la mejor manera de empezar? ¿Hay que tener alguna disposición particular, una cantidad de tiempo determinada?
—Lo mejor es empezar, ponerse en acción sin dar tantas vueltas. De a poquito, reconociendo nuestros límites y nuestros talentos, y escuchando mucho. Siendo conscientes de nuestros prejuicios para ir deconstruyéndolos poco a poco.
—¿Qué te inspira, que te da esperanza sobre todo lo que se puede transformar?
—Las personas que forman parte de Ashoka, y todas las personas que se ponen al servicio del bien común, me dan esperanza. Al principio puede parecer incómodo salir de nuestra zona de confort, pero es mucho más lo que se gana cuando ganamos todos. A pesar de todos los escenarios negativos, soy optimista, porque creo que tenemos el poder para transformar los problemas en desafíos, en soluciones que nos hacen más humanos. Tal vez nos faltan más espacios para visualizar ese mundo que queremos crear, donde salimos del piloto automático para poder reconectar con nuestros sueños.
—¿Qué cambió en vos cuando tomaste contacto con Ashoka y conociste a tantas personas y proyectos valiosos?
—Cuando conocí a Ashoka sentí que había encontrado a mi manada: un grupo de personas comprometidas por un mundo mejor, que transforman el dolor en soluciones. Ashoka en sánscrito significa “ausencia activa de tristeza”. Desde siempre tuve esa inquietud por ser parte de la solución de estos problemas complejos que atravesamos. Y muchas veces me encontré con gente que ya había bajado los brazos, que me decían que no podía hacer nada. En Ashoka encontré personas que están cambiando paradigmas, que están realmente comprometidas con la problemática y que tienen la visión y la energía para transformar la realidad. Esto es muy valioso e inspirador.
—¿Qué le dirías a alguien que piensa en sumarse a alguna iniciativa de este tipo, pero todavía no se anima o no se siente capacitada?
—Le diría que empiece por donde pueda, pero que empiece, y que se anime a descubrir todas sus habilidades para ponerlas al servicio.
—¿Qué idea o mensaje final te gustaría dejarnos a partir de esta charla?
—Todas las personas tenemos la capacidad de transformar nuestro entorno y de responder a los problemas sociales: ¡pongámonos en acción! Estamos interconectados, todos nos necesitamos, y en el encuentro nos espejamos con el otro. Desde la empatía podemos construir un mundo más sano y justo para todos. Como un mantra que me compartieron hace poco: “la respuesta siempre es más amor”.
“Hasta que permanezca el espacio,
hasta que permanezcan los seres sintientes,
yo permaneceré,
con el fin de ayudar,
con el fin de servir,
con el fin de aportar lo que esté en mi mano”.
El arte de la compasión, Dalai Lama.
Belén Cavanagh es Coordinadora de Alianzas Estratégicas de Ashoka Changemakers. Para saber más sobre cómo convertirte en un agente de cambio ingresá en www.ashoka.org/es-ar

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