Mariana Ferraro: «Cuando integramos nuestro árbol nos sentimos más enteros, completos y en paz»

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En una de nuestras últimas reuniones de sumario, mientras pensábamos cómo seguir profundizando en la palabra de este círculo, hablamos de cuán fundamental es asumir que somos parte de ese todo que nos antecedió. Poder mirarlo a los ojos y aceptarlo, si queremos hacer un trabajo de transformación personal profundo.

“Debemos honrar lo que sucedió, porque somos producto de ese pasado, pertenecemos a él y gracias a él llegamos hasta aquí”, nos dijo Mariana Ferraro, psicóloga social, facilitadora y formadora de Constelaciones Familiares, a quien entrevistamos para esta nota. Y nos hizo una invitación: encontrarle sentido a todo lo vivido (aun a lo doloroso), además de reconocer, agradecer y honrar a los ancestros, para estar cada día más en paz con nosotros y con los demás. 

—Mariana, ¿qué sería “integrar el árbol”? 

—Solemos pensar que somos seres individuales y que el pasado o los ancestros están en otro lado. Pero nuestro ADN tiene toda la información de lo vivido por ellos. En este sentido, “integrar el árbol” nos invita a mirar cómo hoy nosotros sostenemos los conflictos que vivieron quienes caminaron antes (y que, como ecos, siguen resonando en nuestra vida). “Integrar el árbol” implica apropiarse de todo lo que me habita: lo difícil, para poder estar en paz con ello, y también los dones y regalos que nos llegan de nuestra familia. 

¿A qué te referís cuando hablás de dones y regalos?

—De nuestra familia no llega solamente el dolor de lo no resuelto. En nosotros también habitan las habilidades, las destrezas y las capacidades desarrolladas por nuestros anteriores. Aquello que han logrado construir como recurso, o como estrategia, vive dentro nuestro: capacidad, fuerza, voluntad, coraje, valentía, alegría, ímpetu, una cualidad especial, etc. Los sueños no realizados de ellos han quedado en potencial, y hoy pueden encontrar un canal por donde manifestarse. Entonces, pueden llegar a nuestra vida en forma de dones y regalos. 

—Si pensamos en la palabra “integrar”, en contraposición se nos viene el término “excluir”. ¿Cuándo hablamos de exclusión en lo que respecta a nuestro árbol? 

—Cuando hay un dolor muy profundo, un daño, una situación difícil de sobrellevar, nuestra mente tiende a separar, bloquear, esconder, retirar de la consciencia situaciones, eventos o personas, como mecanismo de supervivencia, para poder seguir adelante. Pero ese contenido no desaparece, queda sin elaborar, como un ciclo sin terminar, que tarde o temprano pulsará por completarse. Puede ser en la misma línea de vida de la persona, como en las siguientes generaciones. Así es que encontramos descendencia implicada con los asuntos de mayores: padres, abuelos, bisabuelos, etc. 

—¿Podrías darme un ejemplo?

—Te doy un caso: una madre que fallece en el parto de su beba. Su esposo reprime el dolor y no habla más de ella, se vuelve a casar y sigue adelante. Aquella hija crece sin saber nada de su madre (esa mujer queda excluida de la consciencia familiar). Y puede pasar que de grande tenga dificultades para quedar embarazada. Siempre que haya una exclusión habrá una compensación.

—¿Cómo sería esto último?

—El principio de la pertenencia nos dice: todo lo que es forma parte. En cuanto a aquello que se excluye, aunque sea de manera involuntaria, el alma familiar encontrará los mecanismos para restablecer el orden incluyéndolo. Así es como quedan implicados los posgénitos, llevando destinos que no le pertenecen. Por eso, elaborar lo difícil que nos toque en la vida es nuestra responsabilidad, por nosotros y por los que vienen.

—¡Qué importante es entonces integrar nuestro árbol!

—Cuando podemos reconocer, agradecer, respetar y honrar a los anteriores, en donde cada uno es visto y considerado en su lugar, esto genera una “alquimia sistémica” en el alma familiar que restablece el orden. Algo se ordena en nuestro interior, encontramos alivio, y comenzamos a caminar con fuerza en la vida, hacia adelante. 

—Pienso que cuando hablamos de «integrar» el árbol, pensamos en los ancestros. Pero ¿qué pasa con los familiares actuales? Un hermano con el que no me llevo bien, una madre con la que me cuesta relacionarme, un padre que me duele.  

—Se trata de integrar el pasado y el presente. Lo difícil o doloroso de mi presente necesita un tiempo y un espacio interno de elaboración. Como te decía antes, todo aquello que no es metabolizado, queda afuera de mi consciencia y seguirá pulsando desde la sombra hasta que pueda cerrar su ciclo; incluso puede pasar a las generaciones siguientes. Es por eso que repetimos patrones, como escenarios reeditados de versiones anteriores. 

—¿Nos podés explicar qué es “la sombra”, y por qué debemos integrarla? 

—La sombra es todo aquello que no vemos, en lo personal, lo familiar y lo colectivo. Lo que está oculto para nuestra consciencia y que pulsa desde nuestro interior. Mientras que ese contenido quede sin ser mirado, operará de manera automática dirigiendo nuestra vida. Cuando hacemos consciente lo inconsciente, es decir, cuando aquello oculto y desconocido es reconocido, incluido, agradecido, respetado y honrado, damos lugar a que se integre la experiencia completa que en el pasado había quedado inconclusa. Y esto alivia, ordena, y nos encontramos con más fuerza, recursos y consciencia para salir del automático y comenzar a trazar nuestro propio destino. 

Hay mucho de aceptación y compasión en este proceso ¿no?

Cuando, por ejemplo, tenemos una relación difícil con nuestros padres, o muy golpeada (porque hubo daño, rechazo, abandono, maltrato), el dolor y el enojo nos impide mirar con aceptación. Y es legítimo que sintamos que el otro no merece nuestra compasión. Pero hay que ir unos pasos más allá del dolor y el enojo para poder sanar. La sanación está en nuestras manos. No puedo esperar a que mamá me abrace y me diga que me ama o a que papá venga arrepentido por lo que hizo, para comenzar a sanar. Se trata de tomar consciencia de que todo lo que me faltó, hoy me lo puedo dar yo. Y así entramos en el sendero de la aceptación.

—Y en cuanto al perdón ¿cuál es la mirada?

El movimiento es interno, y tiene que ver más con reconciliar que con perdonar. Con volver a unir, en mi interior, lo que antes estaba separado. Y esto es posible cuando hacemos el proceso de elaboración asumiendo la responsabilidad personal de la propia sanación. Aceptar no es perdonar. Aceptar es desarrollar mayor capacidad en nuestro interior para alojar lo difícil y poder decir sí a todo tal como fue. Cuando esto sucede, comenzamos a estar en paz con aquello que antes nos peleaba. 

—Cuando pienso en integrar, en contraposición se me viene la palabra “soltar”, que está tan de moda. Una vez, escuché decir a alguien que “nadie suelta nada hasta que no lo abraza, no lo integra, aun con dolor. Porque si nos limitamos a soltar, la vida nos expondrá una y otra vez a la misma situación hasta que la veamos con amor”. ¿Cómo lo ves vos?

—Nadie puede soltar lo que primero no tomó. Si suelto, no puedo integrar. Para soltar primero tengo que haber comprendido el sentido de lo sucedido, el aprendizaje, atravesar el dolor, vivir todas las etapas. Es indispensable haber reconocido y tomado lo anterior. Lo que nos tocó, tal como fue. Entonces ahí sí, con apoyo, con confianza en la vida, reconocimiento profundo, y honrando lo anterior, llega el momento de soltar y entregarnos a lo nuevo, a lo que nos corresponde para crecer: una nueva relación, un nuevo trabajo, una nueva manera de vincularnos, una nueva etapa de la vida.

—¿Cómo definirías “honrar a nuestro pasado”? 

—No es posible honrar el pasado cuando aún hay dolor, enojo, resentimiento, heridas de la infancia, anhelos. La honra es la culminación de un proceso de metamorfosis interno que llega luego de la comprensión, el agradecimiento y el respeto. Y para que realmente tenga un efecto sanador hay que sentir la honra orgánicamente, como un movimiento que surge de lo profundo de mis células expresándose. Cuando honro a mi clan, me estoy honrando a mí misma, porque yo soy mi clan. 

—¿Siempre hay alguien en la familia que viene a romper con patrones determinados para sanar la historia familiar? 

—A aquellos que vienen a romper patrones solemos llamarlos “ovejas negras”. En la familia siempre hay alguien que trae ideas disruptivas, conductas diferentes, valentía y coraje. Son personas necesarias para la evolución, porque si no hubiera ovejas negras, el árbol quedaría estático, repitiendo los mismos patrones una y otra vez, siguiendo el mandato familiar, el manual de instrucciones de vida tal cual se hereda. Y de esa forma, el árbol no se actualizaría, no se renovaría y no crecería. 

—¿Qué significa “tomar a mis padres”, un término que se escucha mucho en el campo de las constelaciones familiares?

—Tomar a los padres significa estar en paz con ellos y con todo lo que fue y es. Decir “sí” a ellos es decir “sí” a la vida. Significa reconocer que gracias a ellos estamos en la vida, y junto con esta profunda y desapegada comprensión llega el agradecimiento. Es un gracias existencial, no se trata de abrazos y palabras de amor, no se trata de encuentros, de visitas, y mucho menos se trata de perdonarlos. Tomar a los padres es un acto de amor hacia uno mismo, que se da a través de un proceso en el que voy sanando las heridas de la infancia, comprendiendo que mis padres están tomados por su propio destino y son imperfectos. Es desarrollar mayor capacidad interna para alojar lo difícil y así ir arribando a una madurez emocional para poder honrar la vida. 

—¿Integrar se relaciona con sanar?

—Considero que cuando logramos integrar las experiencias nos sentimos más enteros, completos, en paz y con fuerza. Entonces, podría decir que sané cuando aquello que antes dolía ya no me afecta, o que comprendí aquello que antes me enojaba y ahora lo miro con compasión. Entiendo la sanación como la culminación del proceso, como la consecuencia de haber transitado las etapas evolutivas, como la metamorfosis que sufre la oruga antes de convertirse en mariposa. 

—En constelaciones se habla de ordenar el sistema familiar. ¿Cómo sería esto?

—Bert Hellinger, creador de las Constelaciones Familiares (CF), desarrolla los Órdenes del Amor. Son principios sistémicos que rigen en todas las relaciones, y que cuando no se respetan se genera una obstrucción en el fluir de la vida (se interrumpe o se va del flujo esa fuerza de vida llamada “amor”). La pertenencia es uno de estos principios y excluir a alguien es transgredir ese orden. Otro principio es la jerarquía: maternar a mi madre es un desorden y el desorden familiar se expresará en síntomas. Pero al restablecer el orden a través de una constelación, por ejemplo, podemos volver a encauzar el río de la vida. Estar en el lugar correcto trae alivio, paz, fuerza y libertad. 

—Mariana ¿qué son las constelaciones y para qué sirven? 

—Las CF son una metodología de autoconocimiento y transformación de gran impacto y profundidad. Nos permiten acceder a un contenido muy profundo de nuestro ser en el que podemos ver cómo estamos en lealtad con nuestra familia, repitiendo patrones y siguiendo destinos ajenos por amor a ellos. Como decía Bert Hellinger, “a través de una constelación podemos descubrir las dinámicas en las que estamos enredados y tomar la decisión de soltar aquello, para pararnos en nuestros propios pies”.

—Es importante contar que son una herramienta, y que como leí en uno de tus posteos, no reemplazan a un tratamiento médico ni psicológico. 

—La finalidad de una CF no es sanar, no es curar, no es resolver. Eso será consecuencia de cuánto me involucre con el proceso que se abre luego de la constelación, eligiendo, tomando decisiones, y haciendo lo que tengo que hacer en coherencia con esta nueva consciencia a la que voy arribando después de constelar. Hacerlo implica comprender, reconocer, tomar todo lo que recibí con agradecimiento, habiendo mirado al pasado con respeto y honra, soltar las lealtades y apropiarme de mis recursos. Así puedo pararme en mi lugar, porque es ahí donde tengo fuerza para caminar mi propia vida. 

—¿Qué se puede constelar?

—Cuando constelamos, miramos la relación que tenemos con un tema. Lo que nos muestra la constelación es cómo nos estamos relacionando con aquello que hoy nos aqueja. Se puede constelar la pareja, la relación con los padres, el dinero, los bloqueos, las repeticiones, la imposibilidad de avanzar, los síntomas físicos, las enfermedades, y más. Lo importante es mirar qué me pasa a mí hoy, cuál es mi malestar, mi dolor, mi necesidad. Eso es lo que le da fuerza, intención y dirección al trabajo que se haga. No tenemos permiso para constelar por otros, ni tiene efecto cuando lo hacemos por curiosidad ni de manera preventiva. 

—¿Es para todos? 

—Es importante que quien llegue a constelar sepa de qué se trata y cómo es el trabajo, para evaluar si resuena con la propuesta y si tiene los recursos para sostener el proceso, dado que puede movilizar mucho emocionalmente. Quien constela es un adulto responsable de su propia vida. La CF es una intervención que no requiere de un seguimiento posterior, porque no es una terapia, ni un tratamiento con continuidad. Sin embargo, en algunos casos, es prudente un espacio de integración posterior porque la información que emerge es muy reveladora, toca fibras muy profundas, desbloquea emociones retenidas, libera traumas y reconfigura nuestro interior. 

Por último, ¿qué debemos tener en cuenta a la hora de elegir un buen constelador o consteladora?

—Las CF son una actividad que, por ahora, no está regulada. Elegir a un constelador es algo muy personal, en general se hace por resonancia. Creo que es importante saber que uno está en buenas manos, y para eso hay que considerar la formación del facilitador (una formación sólida, seria y completa no puede hacerse en un curso de un mes, ni aprendiendo de manera autodidacta). También conocer el camino recorrido y el profesionalismo con el que el constelador realiza su trabajo. Esa averiguación es una responsabilidad de quien consulta.  

Mariana Ferraro es psicóloga social, facilitadora y formadora de Constelaciones Familiares, y directora de la Escuela Multigeneracional de Constelaciones Familiares y Tecnologías de Conciencia. Web: www.marianaferraro.com.ar | IG: @escuela.marianaferraro

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