Ser flexible sabe a poder armar «con lo que hay». A tener la capacidad de barajar y dar de nuevo. A mirar con otros ojos. A mostrar una actitud abierta. A danzar con el viento. A romper patrones y modelos conocidos. A saber que hay otros puntos de vista. Y que eso está bien.
La flexibilidad es amiga de largar el control. De dar vuelta estructuras. De empezar a andar y ver qué pasa. Y de aprender a ajustar en el camino (qué desafío). Hay algo que es claro: la vida nos va mostrando —cada vez más— que no es lineal la cosa. Es bastante circular. Sinuosa. Y así, en pequeñas dosis, podemos ir coqueteando con esta idea de fluir un poco más.
“La flexibilidad es una habilidad invaluable en todos los aspectos de la vida. Nos permite adaptarnos a los cambios, resolver problemas de manera efectiva y mantener relaciones saludables”, dice Ana Olmedo, experta en Desarrollo Profesional y creadora de Muévete Chica. Y agrega: “No significa renunciar a nuestras metas o valores, sino encontrar otras formas más creativas de lograrlos”.
¿Cómo hacer esto en lo cotidiano? Ana nos armó una guía con siete pautas para aplicar en el trabajo, con la pareja, los hijos, y sobre todo, con nosotras mismas. Será cuestión de ir acomodando cuerpo, mente y alma a otra forma de habitar el mundo.
- Practicar la “escucha activa”. La flexibilidad comienza con una mente abierta y receptiva. Escuchar activamente implica prestar atención a los puntos de vista de los demás sin juzgar. En el trabajo, esto puede significar estar abiertos a nuevas ideas de colegas. Con la pareja, comprender las necesidades y preocupaciones del otro. Con los hijos, escuchar sus opiniones y respetar sus emociones.
- Cultivar la “Mentalidad de ‘Sí, y‘». En lugar de decir «no» de manera automática, adoptá una mentalidad de «sí, y». Esto implica aceptar las circunstancias tal como son, y luego buscar soluciones positivas. En el trabajo, en lugar de rechazar una idea, empezá a construir sobre ella. En la vida familiar, en lugar de negar un pedido, buscá una salida que satisfaga a ambas partes. Practicar el «sí, y» fomenta la colaboración y los vínculos positivos.
- Sintonizar con la “resiliencia”. La resiliencia es la capacidad de adaptarse y recuperarse frente a la adversidad. Cultivar la resiliencia te permite mantener la calma y seguir adelante cuando las cosas no salen como esperabas. Esta facultad se activa cuando nos enfocamos en las soluciones, en lugar de los problemas. También cuando elegimos perdonar y dejar ir resentimientos pasados. Entonces, empezá a enfocarte en lo que podés controlar, y buscá el lado bueno de las situaciones desafiantes.
- Activar la creatividad. Flexibilidad y creatividad van de la mano. Porque la creatividad nos invita a buscar nuevas formas de abordar los problemas y romper con la rutina. En el trabajo, puede darse generando sesiones de lluvia de ideas para encontrar soluciones innovadoras. En casa, involucrando a la familia en actividades creativas como el arte o la cocina. Un dato: la creatividad no sólo mejora la flexibilidad, sino que también añade alegría y diversión a la vida cotidiana.
- Practicar el autocuidado. Ser flexible no significa sacrificarte a vos misma. El autocuidado es esencial para mantener un equilibrio saludable en todas las áreas de tu vida. Dedicar tiempo cada día para hacer actividades que te recarguen (leer, hacer ejercicio o meditar), es fundamental. Establecer límites claros y aprender a decir «no» para proteger tu bienestar físico y emocional, es parte fundamental del carácter flexible.
- Buscar oportunidades de aprendizaje. La flexibilidad va de la mano del aprendizaje continuo. La idea es que puedas mantenerte abierta a nuevas experiencias y oportunidades de crecimiento. Esto puede darse en el trabajo buscando hacer capacitaciones y desarrollo profesional para expandir habilidades. En casa, experimentando con nuevas recetas o actividades en familia. La disposición a aprender te mantiene ágil y joven.
- Aceptar los cambios con “gracia”. La vida está llena de cambios inevitables. Aprender a aceptarlos con gracia en lugar de resistirte es un gran desafío. Abrazar los momentos de transición y crecimiento será clave para ir avanzando casilleros en el juego de la vida. Recordá siempre que toda situación que tengas que enfrentar se puede convertir en aprendizaje, si la aceptamos como parte de la condición humana.
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