Cómo aprender a doblarse sin quebrarse en el intento

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Es conocida la fábula del roble y del junco, que dice así:

Hace muchos años crecieron juntos un junco y un roble a la misma orilla del río.

Compartían las delicias de la primavera y la rudeza del invierno, pero nunca estaban de acuerdo. Un día el roble dijo al junco:

—Realmente eres digno de compasión. El menor soplo de aire te tumba. Mis poderosas raíces son el mejor antídoto contra el viento. ¡Sabes que tengo razón!

—Tal vez tengo un aspecto débil y comprendo tu preocupación. Pero no te fíes… ¡La flexibilidad es mi gran fuerza, pues aunque me doblo, nunca me rompo!

Tras una larga discusión, empezó a soplar un viento terriblemente fuerte. El junco bailó al son del vendaval, flexible ante sus peticiones. El roble, rígido y estricto, permaneció inmóvil ante aquella furia. 

A la mañana siguiente, el junco se alzó sacudido y conmocionado y descubrió a su lado un gran agujero, justo donde el roble aposentaba sus raíces.

Esta breve historia, adjudicada al fabulista y cuentista francés, Jean de la Fontaine, busca ilustrarnos el valor de la flexibilidad. 

¿Cuán sencillo nos resulta ser flexibles en el día a día? ¿Acaso, alguna vez, logramos dejar de lado la tendencia a querer controlar la vida? ¿Podemos, simplemente, entregarnos a lo que es?  

Al llegar la tormenta, el delgado y apacible junco no rechaza ni la lluvia violenta ni el intenso ventarrón, sino que, por su propia naturaleza, se mueve con ellos: se balancea de un lado a otro, “doblándose pero no quebrándose”, hasta que pasa la tempestad. 

Ante una opinión con la que no estamos de acuerdo, la noticia de un resultado diferente al que previmos, algo diferente a lo que deseábamos, un proyecto frustrado… ¿cómo ser flexibles sin quebrarnos? ¿Cómo podemos movernos con las tormentas de la vida?

Cuando el actor y experto en artes marciales Bruce Lee recomienda “ser como el agua”, lo que sugiere es que tomemos su cualidad adaptativa, su capacidad de fluir: no se trata de evitar lo que se presenta, sino de encontrar la manera de rodearlo, de atravesarlo, de pasar por sus grietas. “Si nada dentro de tí permanece rígido, las cosas externas se revelarán”, expresó Lee. 

Lo que el actor estaba explicando, era uno de los conceptos más básicos del Taoísmo: el Wu wei.

Wu wei: el principio de la no acción

Wu wei se traduce de varias maneras: “el arte de dejar que las cosas ocurran”, “el principio de no forzar” o “la no acción”. 

“Lo que no resiste, vence a las sustancias más duras. Lo que no resiste, puede entrar donde no hay espacio”, escribió, hace más de dos mil años, el filósofo Lao Tzu, autor del texto clásico y base del Taoísmo, el Tao Te Ching. 

Desde el Tao, la vida es percibida como un río: fluye constante, no se detiene. El principio de Wu wei implica sencillamente permitir ese fluir natural; no significa literalmente “hacer nada”, sino no interferir. Nuestra mente cree que puede y debe controlar el entorno, esta es una de sus características; pero el Taoísmo invita a dejarse llevar de forma leve y grácil por la corriente.

El escritor y orador inglés Allan Watts fue uno de los principales encargados en acercar la filosofía oriental a Occidente. Estudioso del Tao, para Watts la mejor traducción de Wu wei es “no forzar nada”. Wu wei, dice, se basa “en el conocimiento de las mareas, la deriva de las cosas”. Es más el arte de navegar que el de remar; el arte de moverse con el viento en lugar de empujar o hacer fuerza. 

Es, así como el junco, el arte de mecerse cuando llega el vendaval.

Cuerpo flexible, mente flexible: ¿desde dónde practicar la flexibilidad?

Xuan Lan, instructora de yoga internacional y referente de bienestar, dice lo siguiente: “La práctica del yoga, que se piensa para la flexibilidad física, al final es más para la adaptabilidad mental. Poder tocarte los pies o doblar el pie detrás de la cabeza no es lo más importante. Si trabajas la flexibilidad del cuerpo en un mat de yoga, ves tus límites y empiezas a tener otra perspectiva: al tener la cabeza hacia abajo, ves el mundo de otra manera».

Para Xuan Lan, que da clases de yoga hace más de veinte años, la práctica nos ayuda a reconocer mejor nuestras limitaciones y nuestras aptitudes, en el marco de una disciplina que define como un método poderoso de autoconocimiento. 

“Conocernos mejor, no autocriticarnos tanto por nuestras debilidades y potenciar nuestras fuerzas; esto es para mí la flexibilidad”, señala. 

Roberto Nicholson, médico homeópata especializado en Praxis Vertebralis, describe la flexibilidad como “la capacidad para adaptarse a diferentes circunstancias” y señala que “contribuye a la libertad de ser y fluir en la vida en diferentes ámbitos: en lo emocional, lo laboral, en nuestra manera de pensar y a nivel físico».

Nicholson, que se especializa en mejorar el movimiento biomecánico de la columna vertebral, entiende que la flexibilidad física, la mental y la emocional están íntimamente relacionadas. Es por eso que también trabaja con homeopatía. Lo que busca desde este enfoque, es “equilibrar la energía vital y facilitar los procesos de adaptación que ocurren en nuestro interior», según señala. Este trabajo anímico y energético, se refleja, a su vez, en el plano físico y mental. 

Reconociéndonos como un todo, es interesante (y esperanzador) saber que podemos trabajar en nuestra flexibilidad desde el cuerpo, desde la mente o desde el espíritu. Sea aprendiendo un nuevo idioma, tocando un instrumento, elongando el cuerpo, practicando yoga o leyendo sobre Taoísmo y otras filosofías, empezaremos a desarrollar la flexibilidad y a manifestarla en las diferentes áreas de nuestra vida

Diversos caminos que, por la íntima interconexión de todas nuestras partes, contribuyen a generar “un mayor bienestar, armonía con nosotros mismos, y a vincularnos mejor con el otro y con nuestro entorno”, como explica Nicholson.

Cada cual puede preguntarse, entonces, “¿por dónde me interesa explorar la flexibilidad?”.

Ser flexibles y ser fuertes

“La dignidad de la naturaleza humana requiere que debamos enfrentar las tormentas de la vida”, dijo Mahatma Gandhi. 

El junco, que se mece con los vientos, es una imagen que nos ayuda a comprender la esencia de la flexibilidad. Pero ese junco, vale mencionar, también tiene su raíz, una raíz fuerte, estable, que lo mantiene adherido a la tierra

Fortalecer nuestra capacidad de ser flexibles, a través del cuerpo, de la mente o del espíritu, nos ayudará a atravesar las vicisitudes de la vida y, también, a disfrutar más de ella: saber ir con el flujo de lo que se presenta, poder bailar con el viento.

Quizás la flexibilidad sea eso: mantenernos enraizados, en eje, y también lo suficientemente abiertos a las tormentas, aceptando que ellas, también, son parte de nuestro camino.

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