Delfina de Achával: “La vida es dinámica, y va cambiando”

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Vivimos en tiempos de constante cambio. Las cosas ya no son de una forma, ni la realidad se mantiene quieta por mucho tiempo. La buena noticia es que hoy sabemos que el cerebro tampoco es estático, sino que puede “recalcular”, e ir acompañando el vaivén de nuestros días. Pero, como dice Delfina de Achával, psicóloga, PhD. en salud mental y especialista en neurociencia, mindfulness y bienestar, “para cambiar no se trata simplemente de ‘desearlo’ o ‘intencionarlo’. Hace falta pasar a la acción».

Delfina, ¿Qué significa ser flexibles?

—Creo que tiene que ver con la capacidad de ser como el bambú: firme y amable. Cuando aparece una adversidad climatológica se dobla, pero sin romperse. Entonces, soltando nuestra rigidez lograremos exactamente eso: doblarnos, adaptarnos, pero sin quebrarnos.

¿Se relaciona con la capacidad de adaptación que tengamos?

—Sí. Tiene que ver con poder encontrar siempre el camino del medio, y adaptarnos al mundo volátil, incierto, complejo, y ambiguo en el que vivimos, donde la velocidad es una constante. Hay un posteo que hice hace poco donde hablo del arte de hacer malabares. Porque hoy somos grandes malabaristas (tenemos un montón de roles y responsabilidades), y la flexibilidad tiene que ver con amigarse con ese lugar, sabiendo siempre elegir qué pelotitas vamos a agarrar porque son importantes, y cuáles no.

¿Por qué nos cuesta tanto hacer las cosas de una manera diferente?

—Hay una frase de Stan Jacobs que dice: “Tu cerebro ama los hábitos porque son fáciles de seguir, los conoce y le ahorran energía”. El cerebro crea hábitos y conductas automatizadas permanentemente porque es eficiente. Y porque eso nos lleva a un lugar seguro y cómodo. Y está bien: es la forma de efectivizar los procesos de todos los días (como lavarnos los dientes, manejar, andar en bicicleta o cocinar ciertas cosas), y también nuestra energía. Así es como logramos una mente más productiva y serena. El problema es cuando caemos en el piloto automático y todo se automatiza.

¿Qué pasa cuando eso que automatizamos son hábitos poco saludables?

—Cuando esos hábitos son malos para nuestra vida (automatizamos el hábito de comer mal, o del sedentarismo, o de no tener momentos de ocio), gracias a la neuroplasticidad, podemos crear nuevos circuitos cerebrales, que a medida que se vayan reforzando, crearán nuevos hábitos mejores (pueden ser hábitos, o también aprender un nuevo idioma, o una nueva manera de resolver un problema). Por eso, la neuroplasticidad está totalmente relacionada con el ser creativo, con pensar por “fuera de la caja”.

¿Este término de neuroplasticidad es bastante actual, no es cierto?

—Sí. Recién en 1980 empezó esta concepción moderna de que el cerebro se modifica a lo largo de toda la vida, como respuesta al contexto, al aprendizaje, a las experiencias que vivimos. Antes se creía que el cerebro “nacía” de una determinada forma, y era inmutable. Ahora descubrimos que es flexible, dinámico, plástico. Y eso nos da un sinfín de oportunidades para aprender nuevas cosas y forzarlo a generar otras maneras de responder. Y acá no importa la edad.

¿Por qué nos incomodan los cambios?

—La dificultad frente al cambio es común, porque cambiar nos mueve de nuestra zona de confort, nos obliga a empezar de nuevo, a aprender cosas nuevas. Además, tiene que ver con que suele darnos miedo lo que vendrá, aquello sobre lo que no tenemos control. Entonces hacemos un esfuerzo sobrehumano por mantenernos rígidos en nuestra postura. Pero la realidad es que esto no hace más que traernos sufrimiento, porque cuando algo cambia y evoluciona, no hay nada que podamos hacer para impedirlo. Por eso me gusta tanto la filosofía Wabi-Sabi, que significa “la belleza de la imperfección y la impermanencia”.

¿Cómo aplica esto a la flexibilidad ante el cambio?

—Wabi-Sabi nos enseña que el pasado ya pasó. Y que el futuro está fuera de nuestro control. Y que lo que vale es poder aceptar el presente y lo que esté pasando en el momento. Hay veces en la vida en que sufrimos porque nos suceden cosas duras: una enfermedad, una muerte, una ruptura en un vínculo, la pérdida de un trabajo. Y cuesta aceptarlas, es verdad. Pero Wabi-Sabi no dice que cedamos ante ellas sin más, sino que aceptemos que lo que está sucediendo es real y desempeñemos un rol activo.

¿Por ejemplo?

—Por ejemplo, si me enfermo, aceptar que mi cuerpo no está al cien por ciento, tomarme unos días de descanso y pedir ayuda cuando sea necesario. Querer estar activa aun cuando el cuerpo me pide que frene, solo me hará sentir peor. La estabilidad puede hacernos sentir a salvo, pero no es real, porque la vida es dinámica, y va cambiando. Cuanto más podamos entrenar nuestra flexibilidad y menos rígidos seamos, lo que suceda nos golpeará, pero sin derrumbarnos, y podremos recuperarnos más rápidamente.

¿Qué herramienta podrías sumarnos acá?

—Es fundamental que podamos aprender a decir “no” a aquellos “sí” innecesarios, que van erosionando los otros “sí” que verdaderamente importan. Claramente, decirle “sí” a menos cosas, es la única manera de focalizar y avanzar. Les recomiendo la charla TED The «good enough» life choice, de Derek Sivers en la que habla de cómo tomar buenas decisiones, y cuenta que aprendió a decir que “sí” sólo cuando ese “sí” sale de las entrañas. Ese “hell yeah” en inglés, que es tan difícil de traducir. Si el “sí” es dudoso, es mejor decir “no, gracias”.

¿Y qué lugar ocupan los procesos en lo que respecta a los cambios?

—Siempre me gusta decir que las revoluciones históricas más moderadas fueron las más efectivas. Es imposible, como seres humanos, repensar y reinventar nuestra vida entera de golpe. Entonces, lo primero que tenemos que saber para entender esto, es que no somos seres completamente racionales. Y que nuestras decisiones, y por ende nuestros comportamientos, surgen de alguna fuente de irracionalidad y misterio, en lugares recónditos de nuestro cerebro (desconocidos hasta hace muy poco). Gracias a la neurociencia, que cada vez sabe más sobre nuestro mundo emocional y nuestra toma de decisiones, podemos comenzar a planificar y llevar a cabo un cambio duradero en nuestra vida. 

Qué importante respetar los tiempos…

—El aprendizaje, en el amplio sentido de la palabra (cualquier cosa que aprendamos), siempre es circular, no es lineal. Con lo cual, cada vez que nosotros debamos aprender o incorporar algo nuevo, necesitamos tiempo, proceso. Y en ese proceso hay avances y retrocesos, para poder después consolidar lo que sea que estemos incorporando.

A menudo nos pasa que queremos empezar algo nuevo y al principio estamos entusiasmados, pero con el tiempo no podemos cumplir con ese compromiso. ¿Tiene que ver con falta de voluntad?

—Esto es algo muy común, nos pasa a todos. Y el primer error que cometemos es creer que si no lo logramos, es por falta de determinación o de fuerza de voluntad. Empezamos a pensar que “somos” débiles, flojitos, que tenemos algo “malo” en nuestra personalidad. Y nos vamos haciendo chiquitos, nos frustramos y, lo peor de todo, nos desmerecemos. Porque en el mundo globalizado, Nike con su slogan “Just do it” (simplemente hazlo) nos enseñó que si no hacemos las cosas lo “suficientemente bien” es porque no tenemos “suficientes ganas o perseverancia”. ¡Y no es así!

¿Qué proponés acá?

—Primero, no caer en el pensamiento mágico. O sea: soñá, pero focalizá. A veces nos ponemos como metas ciertas acciones tan difíciles de lograr, que terminan generando frustración. Nuestro ciclo es así: nos proponemos una tarea difícil (muchas veces inalcanzable) y aunque hagamos algunos movimientos, nunca llegamos a concretarla. Y eso nos impulsa a querer hacerlo nuevamente luego de unos meses, o el año siguiente, pero siempre de manera poco realista, lo que nos lleva a un espiral de frustración. Para esto yo propongo el Método S.M.A.R.T.

¿En qué consiste?

—Edgar Morin dice: “Hay que seleccionar, focalizar en lo real, pero saber qué focalizamos y seleccionamos. Recortar lo que interesa y difuminar el resto”. El Método S.M.A.R.T. significa:

S: Specific (Específico)
M: Medible
A: Alcanzable
R: Realista
T: Tiempo definido

Entonces, tenés que escribir cada meta concreta, siguiendo de manera estricta estas cinco variables. No vale que sean deseos genéricos o abstractos como “quiero ser más feliz”, pero podría ser “quiero aumentar mis salidas al teatro”. Por ejemplo:

S: Quiero ir más al teatro
M: Dos veces por mes 
A: Tengo la plata para eso
R: ¿Hay teatros cerca, tengo tiempo disponible o tengo que ajustar algo en mi agenda?
T: Mes de marzo

¿Cómo se relaciona el término «flexibilidad» con el de «resiliencia»?

—La resiliencia es la capacidad de una persona de adaptarse con éxito al estrés, el trauma y la adversidad. Y tiene que ver con la habilidad de ser flexibles. Porque cuando estamos frente a una situación que nos lleva al estrés y la ansiedad, tenemos dos opciones. Una es perder la esperanza y anestesiar nuestras emociones, a través de conductas que no nos hacen bien y nos vuelven cada vez más rígidos. Pero también podemos ser resilientes, contar con un propósito, un sentido y una perspectiva que nos permitan comprender mejor y seguir avanzando en la vida de forma más flexible y liviana.

En yoga dicen mucho la frase «Cuerpo flexible, mente flexible». ¿Cómo lo ves?

—Esto me recuerda a la famosa película Karate Kid, donde el señor Miyagi le enseña karate a Danny LaRusso haciendo que el niño encere su auto. ¡Encerar, pulir! “Encerar —dice el maestro mientras gira su palma en el sentido de las agujas del reloj—. Pulir”, continúa girando su otra palma en el sentido contrario a las agujas del reloj. Y concluye: “no te olvides de respirar”. Ya sabemos desde la ciencia que la actividad física (o cualquier movimiento del cuerpo), es la estrategia más eficiente para gestionar mejor nuestro estrés. “Encerar, pulir” es lo que te hace más fuerte: conexión, descanso y autodescubrimiento.

¿Cuál es la razón por la que mover el cuerpo calma la mente?

—Está comprobado que cuando tenemos una mente muy inquieta, con muchos pensamientos, si hacés una acción motora y repetitiva, eso hace que la mente se relaje, y entre en un modo de descanso (porque toda la carga emocional que tenemos en la mente, la llevamos al cuerpo y descargamos). Y en el movimiento del cuerpo (cuando bailamos, hacemos ejercicio, corremos, etc.), soltamos el control y el discurso narrativo de la mente. Y el cerebro descansa. Lo mismo pasa, por ejemplo, cuando limpiamos u ordenamos.

¿Qué práctica o ejercicio diario nos podés recomendar para «ablandar» la mente?

—La neuroplasticidad y la flexibilidad mental se pueden ejercitar con cosas chiquitas. Por ejemplo, si siempre me siento en el mismo lugar de la mesa, cambio el lugar para tener una perspectiva distinta. Y observo qué pasa y qué surge en mi: pensamientos, emociones, sensaciones. O cambio el recorrido de mi casa al trabajo, o al colegio de los chicos. A partir de cuestiones cotidianas donde generemos cierta incomodidad tolerable, podemos crear nuevos circuitos. Y así empezarán a suceder cosas nuevas, porque estaremos haciendo todo desde otro lugar.

Hay un término que me gusta y es el «Vamos viendo». ¿Sentís que pueda estar relacionado a esto de ser más flexibles?

—“Vamos viendo”, es un gran mantra. Yo por ejemplo siendo doula lo uso mucho con las embarazadas. Porque es un momento de la vida donde todo el mundo les pregunta dónde va a nacer el bebé, cuándo va a nacer, si va a amamantar, etc. Yo siempre les digo que respondan: “No lo sé aún. Vamos viendo”. Y eso le transfiere la incomodidad al otro. Porque a veces el otro necesita certezas de algo que todavía no sabemos y nos genera mucha ansiedad. Hay cosas que sí puedo ir definiendo, pero para las que no puedo responder: “Hoy no lo sé. Vamos viendo”, para amigarse con la incertidumbre.

Es hermoso…

—Sí. Porque tal vez en ese “vamos viendo”, la vida me sorprende y me da otras respuestas que no son las que yo esperaba, pero son mejores aún. Solo hago una aclaración acá: no se trata de caer en el “vamos viendo” del no compromiso. Por ejemplo, que me invitan a cenar y respondo “vamos viendo”. Pero sí el “vamos viendo” con curiosidad, apertura y flexibilidad. Voy viendo lo que se despliega en mi día a día.

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