Calma. Sí, calma. A pesar de que ya está entre nosotros el caótico diciembre. Un mes que suele arrasar con sus cierres y balances a flor de piel. Y ya sabemos cómo es esa loca carrera por llegar a fin de año. A veces arribamos satisfechos y felices; otras tantas melancólicos, agotados. Por eso la invitación es a serenarnos. A ir despacio adonde sea que queramos ir. O al menos a llegar hasta donde podamos, sin esa sensación de vacío que muchas veces nos asalta cuando el calendario señala que un nuevo ciclo vital está terminado. 

¿Cómo? ¿Tan rápido? ¿Y ahora? ¿Hice todo lo que quería? ¿Cumplí con las metas que me tracé? ¿Estoy preparada, preparado, para soltar definitivamente este 2023?

Diciembre trae a bordo infinidad de preguntas. El sabor agridulce de lo hecho y lo pendiente. Los brindis compartidos y las ausencias. El cansancio por el camino recorrido y el entusiasmo por abrirnos a lo nuevo. Por eso queremos que este nuevo círculo nos encuentre con menos equipaje, más serenos. Porque en la calma reside nuestro poder para hacer foco en lo que de verdad importa. Cosas valiosas que si andamos todo el tiempo a las corridas se pierden en un paisaje difuso, fuera de foco. Tal como ocurre cuando sacamos una foto: necesitamos parar, mirar, aquietar el pulso y por fin hacer clic para plasmar la belleza de un momento único. 

De nada sirve el apuro: vale mil veces más la pena disfrutar del camino. Qué importa que nos demoremos o que elijamos la ruta más larga porque nuestra intuición nos dijo que era “por ahí”. También podemos responder “no” a aquello que de antemano sabemos que no va a hacernos felices o no nos va a llevar a buen puerto. Y entonces elegir otras posibilidades, otros encuentros, otras salidas, otros cierres, otros destinos. Porque es el gran momento de tamizar, de quedarnos solo con lo que necesitamos; la oportunidad de reencontrarnos con los que somos para volver a brillar.

¿Cómo nos haremos agentes de la serenidad? Buscando la paz. Habitándola cada vez que podamos a través de pensamientos positivos y prácticas de autocuidado. Eligiendo hacer una pausa antes de cada respuesta, de cada acción, de cada salto que estemos por dar. El regalo no se hará esperar y nos brindará una conexión única con nosotros mismos, con los demás y con el entorno, con el fin de crear lazos más constructivos. 

Humildemente, eso es lo que intentamos desde Círculo Sophia: acompañar en el proceso de volver a conectar con lo esencial, para reconocernos como humanos insertos en una trama mayor que la de cada individuo. Crear comunidad es la clave para lograrlo y, así, cada uno de nosotros transita su vida junto al resto para ir descubriendo cuál es la parte que le toca del todo. Como una orquesta donde cada cual interpreta su instrumento, pero en conjunto se da a luz a una obra compartida y completa.

Se trata de ver la partitura de nuestra vida como una invitación a hacer música con otros, que no es más ni menos que crear junto a ellos nuevos universos reales y simbólicos. Y para eso son fundamentales las pausas, los silencios; los tiempos que hacen que la creación musical viva, respire y luego, al escucharla, nos conmueva. Pero, para apreciarla, debemos detenernos y prestar atención. 

“No hay claridad sin serenidad”, nos dice Flor Bárcena, quien nos espera en un nuevo Encuentro del Alma para escucharnos y poner todos sus saberes sobre la mesa. Porque este tiempo también se trata de intercambiar, un ejercicio que nos renueva y enriquece.

Además, un regalo muy especial: el taller que brindarán Paz Berri y Carolina Abarca para Honrar lo que sí pudimos, como un refuerzo para esa idea de que no importa que el año termine y no hayamos logrado todo lo que nos propusimos cuando comenzó porque, sin duda, hicimos un montón de cosas que nos ayudaron a crecer. De reconocerlas y honrarlas se trata este espacio que será una nueva cita online para aprender a ser más amorosos y compasivos con quienes somos.

Pronto cambiaremos un año terminado en el número 23 por el 24, una cifra que muchos mitos y tradiciones vinculan con la unión, el equilibrio, la conexión con la divinidad y la búsqueda de la sabiduría. ¿No es lindo pensar que hacia allí vamos, munidos de todos los aprendizajes que nos dejó el viejo año, aunque no todos hayan sido fáciles o felices? Por eso, abramos el corazón serenamente a lo que vendrá y caminemos juntos, despacio, para registrar el sinfín de maravillas que el mundo nos ofrece.  

¡Felicidades, querida comunidad! ¡Gracias por este nuevo año en círculo!

Por María Eugenia Sidoti