Tere Olmedo: “Debemos usar nuestras propias emociones como guías”

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Hace poco, circuló en IG un posteo donde una mamá a punto de parir contaba lo abrumada que se sentía por todos los consejos y miradas que recibía del afuera: sobre cómo dar la teta, si hacer (o no) colecho, si tenía mucha o poca panza, si se estaba alimentando bien o no en el embarazo, y más. Ella se preguntaba: ¿A quién escucho?

La mayoría de los comentarios hablaban de lo mismo: “Escuchate a vos”. “Conectá con tu intuición”. “Registrá tu cuerpo”. Algo que resulta muy lindo de leer, pero difícil de practicar en este mundo tan cargado de información. Entonces: ¿cómo callar las voces externas?

En esta charla con Tere Inés Olmedo, psicóloga clínica especializada en maternidad, la invitación es a bajar la perilla, apagar el ruido, y entrar cada vez más en sintonía con lo que ya sabemos, sentimos, y creemos que es lo mejor para nosotras y nuestros hijos.

–Tere, ¿A quién escuchar?

–Vivimos en la era de la sobreinformación y de la inmediatez, con muy poco tiempo para ahondar en el proceso de convertirnos en mamás con toda la catarata de emociones que esto supone. Tenemos que “saber” antes de habernos iniciado allí. Y claro que muchas veces ayuda tener información al alcance de un click, porque esto nos permite contar con más herramientas para criar de forma empática y amorosa a nuestros hijos. Pero, entre tantas voces ajenas, se pierde la propia voz. Y no solo eso: también se pierde la voz del vínculo con ese hijo particular, único, que no encaja en las diversas teorías de crianza, porque es real y no ideal.

–¿Entonces aprender a escucharnos a nosotras mismas es clave para maternar?

–Es clave para maternar con mayor bienestar. Construir autoconfianza donde hay duda y guiarnos por nuestra intuición y necesidades, será un proceso a atravesar en nuestra maternidad. Preguntarnos ¿qué necesito yo? ¿qué necesita mi hijo/a? A veces estas preguntas bastan para ir encontrando las respuestas adentro nuestro.

–¿Está mal leer, hacer cursos, o aprender estrategias para acompañarlos mejor?

–En absoluto. El problema se da cuando a esa nueva información que llega desde afuera, no le sumamos nuestra intuición y conocimiento único de nuestro hijo o hija. El problema radica en intentar hacer encajar a nuestro hijo en la teoría, y no que ésta sea una herramienta más.

–¿Qué pensás de esta posibilidad de tener acceso a tanta información al alcance de la mano?

–Creo que poder acceder a tanta, tanta información, a veces desinforma, y la gran mayoría de las veces agota y angustia. Es demasiado. Porque no podemos gestionar tanta data, entenderla, digerirla, ponerla en práctica. Es imposible. Entonces se nos drena la energía y quedamos agotadas. Pareciera que el saber siempre está afuera y nosotras nunca llegamos a ser “suficientes”.

–¿Por qué creés que hoy sentimos que debemos escuchar a tantos especialistas, siendo que antes las madres criaban sin acceso a todo esto?

–Porque se nos ha hecho creer que no sabemos, no podemos, y que el “otro” es el que tiene el conocimiento. O que la ciencia sabe más que el saber popular (el saber de los pueblos o de las abuelas, por ejemplo). Y poco a poco vamos perdiendo confianza en nosotras y en ese saber ancestral.

–¿Perdimos la conexión con nuestra intuición?

–Sí, hemos perdido la conexión con nuestra intuición. Entonces nos encontramos desorientadas, y en duda permanente. Al estar sobreinformadas tenemos miedo a fallar, a hacerlo mal. “¿Qué estoy haciendo mal?”, se preguntan muchas veces las mamás. Vivimos con tanto miedo y exigencia nuestro rol de madres, que comenzamos a desconfiar de nuestra intuición y de nuestro propio saber.

–¿Creés que las mujeres antes estaban más conectadas con su propio saber interno?

–Creo que sí, porque no había tanto ruido externo. Y también se criaba en comunidad. El viejo proverbio africano “Se necesita toda una aldea para criar a un niño”, es muy cierto. Porque en el compartir con otras madres nos conectamos con nuestra propia sabiduría y aprendemos de forma horizontal, “entre todas”. Es un saber que empodera y sostiene, del cual me apropio como protagonista y como parte del grupo.

«Conectar con nuestro cuerpo es básico: conectar con la respiración, con la postura, esto nos hace volver al presente. Y desde allí observar y autoobservarnos cuando estamos con otros, cuando escuchamos determinadas frases: ¿Qué siento? ¿Dónde lo siento? Cuánto más nos conocemos, más cerca estamos de escuchar nuestra intuición».

–¿Qué le recomendás a esas madres que llegan abrumadas a la consulta, porque están colapsadas de tanta info?

–Les recomiendo que limiten un poco el uso de las redes sociales, que se queden solo con contenido que les haga bien. Siempre que aparezca culpa, más exigencia, miedo o angustia, no es por ahí. Hay contenido que inspira, que nos hace reír o emocionarnos, profesionales o influencers que nos dan tips útiles o nos acompañan en nuestro día a día. Les recomiendo que utilicen sus propias emociones como guía.

–¿Qué consejo podés darnos para desarrollar más nuestros aspectos intuitivos?

–Conectar con nuestro cuerpo es básico: conectar con la respiración, con la postura, esto nos hace volver al presente. Y desde allí observar y autoobservarnos cuando estamos con otros, cuando escuchamos determinadas frases: ¿Qué siento? ¿Dónde lo siento? Cuánto más nos conocemos, más cerca estamos de escuchar nuestra intuición.

–El cuerpo habla por sí solo…

–Recibimos permanentemente mensajes de nuestro cuerpo, de nuestra “voz superior”. Pero no los escuchamos, porque descreemos de las sensaciones y percepciones propias. A confiar en una misma se aprende. ¿Cómo? Escuchándonos y dándole valor a lo que llega de nuestro interior, sin juzgarnos, solo estando presentes para nosotras mismas.

–¿Se puede lograr un equilibrio entre mantenernos informadas pero también escuchar esa voz interna?

–La información es eso, información. En cuanto a la interpretación que hacemos de ella y el lugar que le damos a nuestras vidas, allí debemos prestar atención. No se trata de no informarnos, se trata de integrar esa nueva información a la que ya tenemos internalizada, y cultivar un espíritu crítico que nos guíe hacia lo que nosotras deseamos y/o necesitamos (que no siempre es lo que dicta la sociedad). No hay que tomar lo que vemos o leemos en Internet como verdades absolutas, sino como ideas.

–¿Qué sería estar conectadas con nuestra intuición?

–Conectar con nuestra intuición se relaciona con estar en presencia, en cuerpo y mente, aquí y ahora, sin juzgar las sensaciones, emociones o pensamientos que se nos presentan. Tiene que ver con un camino de autoobservación, de poner nuestras percepciones, emociones y sensaciones a jugar a nuestro favor. Estar atentas y conscientes en nuestro día a día. Confiar en nuestro juicio, en nuestro cuerpo y sus sensaciones.

–¿Tenemos que escucharnos más? ¿Cómo sentimos las respuestas en el cuerpo?

–Si bien la ansiedad y la angustia tienen mala fama (y las andamos evitando permanentemente), están allí como una señal maravillosa de nuestro psiquismo para guiarnos. Las emociones también: la culpa, el miedo, el enojo, están como señales que nos dicen por dónde sí y por dónde no. Conectar con nuestro cuerpo, sus dolores, animarnos a explorar lo que sentimos, sin juzgarnos, solo para conocernos más, ayudará a encender nuestra intuición como guía, y nuestra forma de maternar.

–¿Toda la vida se nos presenta este desafío como madres, o es más que nada en la primera infancia?

–Creo que se presenta con más fuerza al inicio de nuestra maternidad y con nuestro primer hijo/a. A medida que va pasando el tiempo y aprendemos a decodificar a nuestro bebé, ganamos confianza en nosotras mismas. Igualmente, cada etapa que atraviesan nuestros hijos (bebés, los berrinches y terribles dos, el jardín de infantes, la primaria, la pubertad y adolescencia, etc.), pone en jaque cuánto sabemos y con qué recursos contamos para acompañarlos.

–¿Qué podrías decirme acerca de cómo se presenta este desafío en cada etapa de la maternidad?

–En la etapa del bebé recién nacido y de mamá primeriza aparecen los miedos ancestrales a si podré o si sabré cómo hacerlo. Estamos atentas a los cuidados básicos del bebé para su supervivencia. El puerperio es un estado valiosísimo para la mujer, y muchas veces el crecimiento interno que este trae se pierde entre tanto ruido externo de consejos no pedidos. Poder estar a solas con el bebé, construyendo ese vínculo único, será clave.

–¿Y en la primera infancia?

–En la primera infancia hemos ganado confianza en nosotras como mamás y aparecen otros desafíos: la presentación de nuestro hijo/a en el mundo social, el jardín de infantes, las normas sociales, los famosos berrinches. Aquí la clave será aceptar a nuestro hijo/a real y no el que la sociedad pide que sea. Y aceptarnos a nosotras, también, como las mamás que podemos ser. La intuición será una gran guía para acompañarnos en la crianza que podemos brindar, y en cómo deseamos que sea el vínculo con nuestro hijo/a.

–Después viene el ingreso a la primaria…

–Claro. En la primaria aparece el grupo de pares, las actividades extraescolares, pijamadas, amistades. Nuevamente volvemos a pensar si sabemos cómo manejar las distintas situaciones que se van presentando. ¿Cómo acompañar a nuestros hijos dándoles espacio y a la vez estando cerca? Nuevamente, la intuición: nuestra voz interna nos guiará bien si apagamos tanto ruido externo de consejos y formas únicas de criar.

–¿Y en la pubertad y adolescencia?

–En la pubertad y adolescencia se presentan otros desafíos. Es una etapa clave de la maternidad. Debemos acompañarlos a crecer en confianza, con límites claros y en nuestra compañía. No soltarles la mano del todo, pero ayudarlos a iniciar sus caminos en libertad. Enseñarles a ellos también a guiarse por la intuición, a escuchar su cuerpo, sentirse, creer en los mensajes que llegan desde adentro.

–Siempre guiarnos por nuestra intuición será la clave.

–Sí. Y acompañar eso con información útil, de profesionales idóneos, sirve mucho también. Pero no olvidarnos que, a lo largo de estos años, hemos ido construyendo un vínculo único con ese hijo o hija que debe ser un faro para guiarnos en las aguas a veces oscuras de la maternidad. La invitación es a habitar el vínculo, estar ahí, en presencia con el otro y con nosotras mismas.

–Tere, ¿algo más que quieras dejarnos para cerrar?

–En una década de maternidad y trabajo con increíbles mamás, aprendí lecciones muy valiosas, que me invitan a valorar todo el camino recorrido. Lecciones que celebran mi paciencia y honran mi crecimiento como mujer y mamá. Se las quiero compartir, como una especie de regalo:

  • Que lo perfecto siempre es enemigo de lo bueno (de lo posible y de lo real también).
  • Que la culpa nunca es buena consejera, y que guiarme por ella no me ha llevado a buenos puertos.
  • Que el tiempo no vuelve y que no me pierdo más de estar presente conmigo y con quienes amo, por enredarme en mis cavilaciones mentales.
  • Que no puedo cuidar bien a mis hijos, si no cuido bien de mi misma.

Más info:
Sitio web: psicologademamas.com.ar
IG: @psicologademamas
Podcast: Maternar en Bienestar

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