Habitar la pausa

Habitar la pausa

Por María Guadalupe Díaz Usandivaras*

La pausa es una aliada. En épocas donde acelerar audios pareciera ser una ganancia, el tiempo se transforma en una carrera. Y el tiempo es oro, en eso creo que todos coincidimos. La sutileza está en cómo habitar el tiempo, cómo ser y estar en lo que hacemos de una manera que nos permita disfrutar y, a la vez, capitalizar ese disfrute, es decir, ser conscientes de lo que estamos haciendo y darnos cuenta si lo estamos disfrutando o no.

Dar espacio y tiempo para identificar y volver a elegir, o no, lo que hacemos, es saludable. Identificar nos permite corregir y prevenir situaciones no deseadas que puedan afectar nuestra salud. La pausa, entonces, puede ser una oportunidad. Una oportunidad para el bienestar, el autoconocimiento y el autocuidado.

Existen varios autores que se toman el trabajo de escribir sobre el tiempo y cómo ser y estar en él. En su libro Elogio de la lentitud, Carl Honoré refiere que lentitud significa que uno es quien controla los ritmos de su vida y decide qué celeridad conviene en un determinado contexto. No pretende que se haga todo a paso de tortuga sino encontrar un equilibrio para ir rápido cuando es necesario y lento cuando lo considero, y describe dos formas de pensamiento: uno rápido y uno lento. El primero, es racional, analítico, lineal y lógico, y súper necesario para muchas cosas y el segundo, dice, es intuitivo, borroso y creativo. Sucede cuando desaparece la presión y tenemos tiempo para dejar que las ideas fluyan a su ritmo en el fondo de la mente. El ser humano piensa más creativamente cuando está sereno, libre de estrés y apuros. 

En su libro Pausa, no eres una lista de tareas pendientes, Robert Poynton se dedica a estudiar la pausa, sus formas y efectos. Concluye que la idea de velocidad está asociada a la de productividad y que, por eso, se asocia la pausa a retraso y procrastinación y no a reflexión o sabiduría. Poynton piensa la pausa como una presencia activa, no con ausencia de pensamiento o acción, ya que dice que algo sucede en una pausa o en consecuencia de ella. Lo que allí sucede, si no la hacemos, no ocurrirá y nunca nos enteraríamos qué podía pasar. La pausa es importante para la creatividad, la comunicación y las relaciones sociales. Para el bienestar y la salud mental (para organizarnos, enfatizar, conectar con otros, cambiar de perspectiva). Es importante hacerle espacio diario, darse tiempo al llegar a un lugar para conectar con lo que ya está sucediendo ahí y percibir a los otros. La pausa tiene que ver con el ritmo y no importa tanto su duración como sí la actitud y consciencia hacia ella. 

El hygge (N. de la R.: En español significa “divertido») es un concepto danés que tiene mucho que ver con esto, con valorar el bienestar en las pequeñas cosas y dedicar un poco de tiempo en hacer extraordinario lo cotidiano. Este concepto propone una filosofía de vida que lleva a Dinamarca a ser uno de los países con mayor bienestar y calidad de vida del mundo, al generar espacios y momentos simples con condimentos confortables, apelando a la comodidad, el placer, la calidez, la gratitud y el encuentro. Porque, para pasar un buen momento, importa mucho el ambiente y la comodidad, haciendo algo o simplemente contemplando. En el tiempo “porque sí” también pasan cosas, hay encuentro, hay sensaciones, hay ideas, hay recuerdos, hay serenidad de pensamiento, hay oportunidades silentes para el autodescubrimiento.

Algunas ideas para implementar la pausa en la vida cotidiana

Al principio puede que sea necesario agendarla, hasta que logremos habitarla y pensarla como necesaria, como una elección en el estilo de vida:

  • Organizá tu agenda e intentá espaciar las actividades dejando pequeños (¡o grandes!) márgenes para poder pausar. Planificá tu pausa para que suceda.
  • Buscá momentos hygge, aunque sean cortos, donde puedas hacer eso que te gusta mucho, pero no priorizás. Puede ser comprarte algo rico o hacerte un buen té y leer un par de hojas al sol; puede ser tomar una copa de vino en el sillón sola o con alguien; lo que sea para vos. Recordá que se trata de hacer especial algo cotidiano. También podría ser regalarte momentos para leer sobre esta filosofía, para tomar ideas.
  • Armá tu refugio: ¿Tenes tu espacio/ rincón refugio? Algún hueco de tu casa donde tengas un par de almohadones, una mantita, velas, flores, o lo que sea que tenga que ver con vos que te invite a querer estar allí un rato. ¿Qué le falta para que cumpla con lo que te gustaría?
  • Armá un rompecabezas. Aunque, para mí, es en realidad un lava cabezas: no se rompe nada, sino que se aliviana. La mente cuelga de una soga y la atención está ahí, solo ahí, en la dirección de la pieza, el color, la forma… Y no importa si no lo terminás, lo que importa es que hagas una pausa consciente. Que seas consciente de que estás haciendo una pausa con el fin que la necesites. Te invito a conocer mi propuesta para pausar en @modochai y @muy_chai y que regales o te regales un momento hygge completo.
  • Conectá con el arte de alguna manera. No se trata de aprender o desarrollar habilidades, sino de tratar de fluir a través de alguna técnica que te llame la atención. Explorar, pero con el fin de desconectar. Acuarela, collage, dibujo, pintar mandalas, manualidades, tejido, etc.
  • Escuchá dos canciones favoritas con los ojos cerrados. Cuando no hay mucho tiempo, podemos recurrir a cosas breves pero significativas y restauradoras.
  • Hacé 3 respiraciones conscientes bien hechas, donde estés. Hay muchas técnicas para respirar, pero aun si no conocés ninguna en profundidad, podés buscar fácilmente de qué se trata alguna de ellas y comenzar a explorar. ¡Usá tu pausa para buscar!

Todo cambio o incorporación a la rutina requiere un poco de tiempo para asimilarlo y apropiárselo, no te culpes si no resulta tan sencillo. Lo importante es proponérselo, bajar de la moto y animarse a ver qué pasa en una pausa. ¡Ojalá la disfrutes!

*Es licenciada en Terapia Ocupacional y autora del libro Vida normal.

Donde vive el asombro

Donde vive el asombro

Por Fabiana Fondevila

Las plantas de las veredas tienen una historia más antigua que la nuestra. Los pájaros comunican sus noticias a viva voz. Los insectos horadan espacios para la vida. Las nubes dibujan la geografía del cielo y las estrellas hablan con el idioma de la luz. Nos rodea un mundo vivo y vibrante que apenas conocemos, y que rara vez sentimos como propio.

En un día cualquiera puede que conectemos con la naturaleza que nos rodea en algún instante azaroso. Quizás echemos una mirada rápida al cielo, admiremos la luna cuando traza un arabesco perfecto en la negrura o nos detengamos a admirar algún puesto de flores. En vacaciones nos permitimos vivir un amorío fugaz con el mar, el río, el silencio verde de la sierra. Pero si somos sinceros pensamos a la naturaleza más como un lugar para visitar que como propone el poeta naturalista Gary Snyder- como el único y verdadero hogar.

¿Qué es la naturaleza? Quizás convenga empezar con una definición por la vía negativa. La naturaleza no es:

> El paisaje lejano que espiamos por la ventanilla, camino a alguna parte. No es algo «ahí afuera», no es una idea ni un horizonte, no es un otro.

> No es la Tierra del Nunca Jamás (que les dio a Peter Pan y sus amigos el don de permanecer niños para siempre); no es bucólica ni perfecta. 

> No es cruel, sangrienta y del todo impredecible. No es un recurso diseñado a la medida de las necesidades humanas. En palabras del teólogo naturalista Thomas Berry: «El mundo no es una colección de objetos, sino una comunidad de sujetos».

> No es «lo único verdadero» mientras que todo lo creado por el ser humano es «falso» o «artificial».

No es sencillo dar una definición positiva, precisa y completa de una realidad tan amplia y fundante, pero quizás se aproxime decir que la naturaleza es la fuerza vital y primigenia que nos atraviesa a cada instante, la que nos anima y nos mantiene vivos. Somos naturaleza y lo somos todo el tiempo, sin importar cuán lejos o cuán cerca la percibamos en cada momento. Somos naturaleza, aunque nos encontremos encerrados entre muros de cemento, sin una ventana ni una estampilla de cielo a la vista. Y la lámpara, la cama, las pantuflas y hasta la computadora —dicen algunos autores— son “naturaleza secundaria”, porque no creamos nada si no es a partir de esa materia prima. 

¿Dónde reside la naturaleza en nosotros? Kathleen Dean Moore, docente de Filosofía Moral y Filosofía de la Naturaleza, lo dijo así en una conversación que compartimos acerca del concepto de «lo salvaje: «En la luz que calienta nuestra piel, en el aire que respiramos, en el agua que tomamos, en el hierro en nuestra sangre. Estamos hechos de tierra y la tierra está hecha de las estrellas. Creo que esto nos convierte en criaturas de la naturaleza».

¿Algo puede cercenarnos de este vínculo? «Nada puede suprimir lo salvaje en nosotros. Lo que sí puede perderse es la conciencia de ello. Y esta es una pérdida importante», sostiene Dean Moore.

Nada puede escindirnos del vínculo porque nuestros vínculos nos definen, incluso desde el punto de vista biológico. Así lo asevera David Haskell, profesor de Biología de la Universidad de Tennessee y autor de Las canciones de los árboles:

“Somos todos (árboles, humanos, insectos, pájaros, bacterias) pluralidades. La vida es una trama encarnada. Estos sistemas vivos no son lugares de unicidad benevolente. En vez, son lugares donde las tensiones ecológicas y evolutivas entre cooperación y conflicto son negociadas y resueltas. Estas luchas muchas veces terminan no en la evolución de individuos más fuertes y desconectados, sino en la disolución del individuo en el vínculo”.

Dado que la vida es trama, no existe una «naturaleza» o un «entorno» separado de los humanos —subraya Haskell—, ni somos los seres «caídos» de la naturaleza, como sugirieron poetas románticos como William Blake. «Nuestros cuerpos y nuestras mentes, ‘nuestra ciencia y nuestro arte’, son tan naturales y salvajes como lo fueron siempre», declara Haskell.

Así y todo, siendo hijos de la tierra y las estrellas, creamos una cultura ambiciosa que nos convenció de nuestra propia autonomía. Nos sentimos y actuamos como seres poderosos, superiores, autosuficientes. Nuestra interacción con el planeta se parece cada vez más a la de señores feudales con su señorío: le otorgamos migajas de nuestra atención y a cambio le pedimos todo.

Esta visión no solo está agotando las reservas del planeta, también nos está erosionando el alma. El vínculo entre la naturaleza y el alma está presente hasta en el lenguaje. El ya citado Bill Plotkin, guía de búsquedas de visión chamánicas, señala que «naturaleza» viene de natus, «ser nacido» o «nacer», y que la naturaleza de una cosa es «el principio dinámico que mantiene unida a una cosa y le da identidad». En otras palabras, es la esencia. «Dado que el alma humana es el núcleo esencial de nuestra naturaleza, entonces, cuando somos guiados por el alma, somos guiados por la naturaleza», dice Plotkin. ¿Hay algo que podamos hacer para enmendar este vínculo? ¿Estamos a tiempo de restablecer nuestro parentesco?

Mucho. Viviremos en casas de cemento, nos moveremos de un lado al otro en cajas de metal, pero el aroma de la tierra nos encuentra al fin donde vamos. Indica el poeta y granjero Wendell Berry: «La tierra bajo el césped sueña con un bosque joven, y bajo el pavimento la tierra sueña con céspeď. 

Podemos dar curso a ese anhelo, podemos volver a pertenecer. Veamos las maneras.

Fabiana Fondevila es escritora, oradora y facilitadora de talleres de auto-transformación, cuya propuesta principal es pasar “de la inspiración a la acción”. Este fragmento forma parte de Donde vide el asombro. Prácticas para cultivar lo sagrado en nuestra vida, un libro que busca ayudar a vivir con aprecio y gratitud los pequeños momentos de cada día. Más información en www.fabianafondevila.com

Tres libros para flexibilizar nuestra vida

Tres libros para flexibilizar nuestra vida

Hay mucho de aceptar, mucho de soltar. Hay, fundamentalmente, una gran dosis de animarnos a vivir la vida sin querer controlar todo lo que ocurre a nuestro alrededor (algo no solo agotador sino, además, imposible). ¿O no es mágico cuando las cosas, por fin, fluyen, mientras nos aquietamos para contemplar el curso de los acontecimientos con curiosidad y una buena dosis de asombro? Nadie dijo que será fácil, ni que lograr la ansiada flexibilidad no requiere de un trabajo personal intenso. Pero lo cierto es que se puede y que, para iniciarnos en las prácticas del autodescubrimiento, siempre es bueno contar con una mochila imaginaria llena de herramientas a las que poder echar mano conforme avanzamos casilleros en el apasionante juego de la vida.

Para ayudarte en ese proceso, Ale de El Gato con Lentes tiene algunas recomendaciones que te van a guiar a la hora de salir en busca de una vida más plena, más flexible. Tres libros que, quién te dice, llevan entre sus páginas las respuestas que tanto estabas buscando. En esta oportunidad, los elegidos son: Flexibilidad, de Annie Auerbach, Déjalo ir, de John Purkiss y Yoga: un manual de vida, de Naomi Annand. ¿Te gustaría zambullirte en estas lecturas? Ale te cuenta a continuación qué es lo más valioso de cada uno de estos libros. Para escucharla poné play en los reproductores de audio que están debajo las imágenes. ¡Ah! Y acordate que usando el cupón circulosophia, tenés un 10% de descuento en toda la tienda www.elgatoconlentes.com.ar para comprar estos u otros títulos que tengas ganas de descubrir.

Flexibilidad, de Annie Auerbach

Déjalo ir, de John Purkiss

Yoga: un manual de vida, de Naomi Annand

Pensamiento centrado en la solución versus pensamiento centrado en el problema

Pensamiento centrado en la solución versus pensamiento centrado en el problema

Por Kristen Butler*

Reconocer a qué categoría pertenecen mis pensamientos es un hábito mental importante que espero que también puedas desarrollar. Para lograrlo, veamos estas dos formas de pensar más detalladamente.

La mayoría de nosotros tiende a priorizar los problemas, porque es lo que nos enseñan a hacer desde temprana edad. En los canales de noticias se muestra todo lo que está saliendo mal. Cuando compartimos nuestras historias, nos centramos en lo que nos hizo sentir mal. Cuando hacemos planes, nos anticipamos a los problemas que podrían surgir. Nuestro sistema nervioso está siempre preparado para enfrentar potenciales peligros.

El problema con esta forma de pensar es que te enseña a crear tu vida de forma reactiva, en respuesta a lo que no deseas, en lugar de hacerlo de forma proactiva, en respuesta a lo que realmente quieres experimentar. A esta forma de pensar la llamo pensamiento centrado en el problema, ya que, cuando te encuentras inmerso en ella, te enfocas en los problemas.

Cuando esto sucede, tiendo a quejarme, señalar mis limitaciones, buscar explicaciones de por qué algo no funcionará, tomar decisiones basadas en el miedo y discutir con las personas que me ofrecen soluciones. Esta versión de mí está desesperada por hacer que las cosas funcionen, pero le resulta difícil confiar en el proceso, porque su visión rápidamente se nubla por todo lo que no está funcionando y lo que podría salir mal.

Cuando tienes este tipo de pensamientos centrados en el problema, tiendes a actuar desde el miedo y la incomodidad, lo que conduce a resultados contradictorios. Sí, puedes obtener una parte de lo que quieres, pero eso siempre viene de la mano con cosas que no quieres. Cuando estás fuera de tu zona de confort, tus pensamientos tienden a centrarse en los problemas. Como seguramente sabes, esto se debe a que, a medida que te alejas de tu zona de confort, tu sensación de seguridad disminuye y el entorno se vuelve más amenazante. Eso despierta el miedo y la vulnerabilidad, lo cual te hace extremadamente sensible a los problemas y amenazas que puedan surgir a tu alrededor. Y, cuando tus pensamientos se centran en los problemas y las amenazas, no logras encontrar soluciones reales y duraderas para los problemas.

Y es que las soluciones reales y duraderas surgen cuando te sientes seguro, relajado y confiado, sentimientos que solo puedes experimentar cuando te encuentras dentro de tu zona de confort. Si te sientes seguro, tus pensamientos tienden a centrarse en las soluciones, porque no estás alterado ni temeroso. Y, cuando esto sucede, te concentras en las posibilidades y alternativas, tomas nota de lo que está funcionando bien y confías en que estás siguiendo el camino correcto.

*Fragmento del libro Tu zona de confort positiva, publicado por Urano.

Cómo actualizar tu configuración predeterminada

Cómo actualizar tu configuración predeterminada

Por Christiane Northrup

La flor de loto representa el renacimiento, la renovación y el despertar espiritual. Pero la hermosa flor que ves flotando sin esfuerzo sobre el agua tuvo que trabajar muy duro para florecer. Las flores de loto, en realidad, crecen en el barro del fondo de un río o estanque. Tienen que atravesar el barro antes de salir a la superficie del agua. 

Al igual que la flor de loto, romper el barro de nuestras vidas nos ayuda a florecer y a convertirnos en nuestro verdadero yo. Pero, para florecer, debemos centrar nuestra atención en eliminar los obstáculos que nos frenan. Y puede haber muchas cosas escondidas en nuestros charcos de barro. Quizás tengas sentimientos de vergüenza o te estés recuperando de una enfermedad o lidiando con una relación difícil.

No tenemos que descubrirlo todo a la vez. La curación se produce capa por capa, es como pelar una cebolla. Pero es imposible manifestar algo nuevo o bueno en nuestras vidas si no estamos dispuestos a remover un poco nuestro barro personal.

Aquí hay algunas maneras en las que puedes comenzar a romper tu propio barro y transformar verdaderamente tu vida:

1. Ser honesto contigo mismo. Todos hemos escuchado el dicho “la verdad nos hará libres”. Esto se debe a que la verdad es el pilar del despertar espiritual. No podemos crecer sin él. Cada vez que explicamos nuestros comportamientos o endulzamos la verdad, pagamos las consecuencias, generalmente en forma de enfermedad o drama. Lo sé de primera mano porque, durante muchos años, simplemente seguí lo que mi familia (y más tarde mi marido) querían hacer, que normalmente implicaba deportes como el senderismo o el esquí. Hice esto a pesar de que siempre he preferido bailar, ver películas y leer, porque creía que si no participaba en lo que ellos querían hacer, nadie querría estar conmigo. Aunque esta creencia fue en gran medida inconsciente durante la mayor parte de mi vida, ahora he examinado este lodo el tiempo suficiente para que la creencia y el comportamiento que generó hayan desaparecido, tanto de mi vida como de mi cuerpo.

2. Dejar de resistirse al cambio. El cambio puede ser difícil de aceptar, especialmente si uno es el tipo de persona que “agarra el toro por los cuernos”. Pero cuando intentamos constantemente controlar y arreglar las cosas para lograr el resultado con el que nos sentimos cómodos, en realidad estamos reforzando nuestros problemas profundamente arraigados. Si continuamos con este patrón o comportamiento rígido, a menudo la energía «atascada» se instalará en nuestra fascia y sistema nervioso y, en última instancia, provocará enfermedades y discapacidades. Entonces, la próxima vez que sientas la necesidad de controlar o arreglar algo, simplemente intenta rendirte a lo que es y observa el resultado.

3. Ser sinceros. Esta es una frase cargada. Pero ser sincero significa, simplemente, dejar de esconderte detrás de tus “cosas”. Tus “cosas” pueden ser comida, alcohol, drama o cualquier otra adicción. O podrías simplemente ser sincera o sincero emocionalmente con alguien en tu vida para desarrollar una relación más significativa. Esto no es fácil. De hecho, “confesar la verdad” es lo más difícil que existe.

La experta en relaciones Alison Armstrong, autora de The Queen’s Code tiene una frase para esto: «Tose, explota, límpialo». Cuando uno se sincera y dice la verdad, puede estar seguro de que hará estallar un viejo patrón en su vida. E incluso podría poner fin a una relación. Pero vivir una mentira es mucho peor. A veces, para sincerarse es necesario buscar apoyo. Durante tu fase de limpieza sentirás una repentina liberación de toxicidad en tu cuerpo y con eso, la libertad de florecer.

4. Perdonar y dejar ir. Mario Martinez, PsyD, autor de The MindBody Code: Cómo cambiar las creencias que limitan tu salud, longevidad y éxito, dice: «El perdón es liberarnos del autoatrapamiento». ¿Con qué frecuencia te juzgas a ti mismo o a otra persona? ¿Dices cosas como: “Nunca he sido bueno administrando mi dinero; ¿Dejé que mi pareja hiciera eso por mí»?. Entonces, cuando intentas hacer una inversión, ya te has preparado para el fracaso. Cuando tratamos de avanzar sin dejar atrás el pasado, éste tiene una forma de volver a nuestras vidas. Pero cuando perdonamos y dejamos ir, nos damos la oportunidad de avanzar.

Muy a menudo, la persona a la que más necesitas perdonar es a ti mismo. Para perdonarte a ti mismo por cualquier juicio que tengas, simplemente di estas palabras: “Me perdono por juzgarme por (completar el espacio en blanco)”. Puedes decir estas palabras en silencio o, mejor aún, en voz alta frente al espejo.

5. Abordar la culpa y la vergüenza. La culpa ocurre cuando lo que pensamos que deberíamos hacer, o quiénes deberíamos ser, está en directa oposición a lo que realmente queremos o somos realmente. Y, generalmente, proviene de alguna demanda social deformada o presión familiar. Brené Brown, autora de Daring Greatly: How the Courage to be Vulnerable Transforms The Way We Live, Love, Parent and Lead, explica: “La culpa dice ‘cometí un error’. La vergüenza dice: ‘YO SOY un error’”. Puedes deshacerte de la culpa simplemente reconociendo que tu yo superior quiere que experimentes aquello por lo que te sientes culpable. En otras palabras, tu yo superior quiere que disfrutes de ese cono de helado o de una tarde lejos de tus hijos. Una vez que reconozcas tu yo superior, podrás SER tú mismo.

La vergüenza es quizás la más dolorosa de las emociones humanas. La vergüenza desaparece cuando tienes el coraje de hablar de aquello de lo que te sientes avergonzado y estás dispuesto a recibir apoyo.

La vergüenza no puede vivir en una atmósfera de humor y luz.

6. Hacer un balance. El fin de año es el momento perfecto para preguntarte cómo estás. Al final de cada año, tómate el tiempo para escribir una lista de todos los logros, eventos y momentos destacados más importantes de ese año. Pregúntate de qué logros estás más orgulloso. ¿Qué aprendiste este año? ¿Cómo calificarías tu bienestar? Es posible que desees tener categorías como trabajo, salud, familia, espiritualidad u otras. Puede ser esclarecedor ver las áreas de tu vida en las que estás logrando tus objetivos y las áreas en las que quizás necesites prestar más atención. Utilice su lista para concentrarse en sus fortalezas y recordarse que debe apreciar todo lo que ha logrado y lo que está por venir.

7. Celebrarse a uno mismo. Reconocete por tener el coraje de enfrentar tu propio barro personal. Celebrarte a ti mismo pone fin al ciclo de vergüenza y dolor. Luego podrás cosechar los beneficios y la sabiduría de tu viaje mientras tu belleza, fuerza y ​​transformación brillan. Quizás también quieras celebrar a aquellos que han sido fundamentales en tu vida. Asegurate de compartir sólo con aquellos que sean realmente capaces de celebrarte y apoyarte. 

Observa tus reacciones

Hacer un esfuerzo concertado para transformar tu vida puede ser un desafío incluso en los mejores momentos. Pero tratar de realizar grandes cambios transformadores cuando la vida está en crisis puede parecer francamente imposible.

Los cambios que han ocurrido en los últimos años han convertido a muchas personas en “Nancys negativas”. ¡Lo entiendo! Ciertamente, podría haber caído en picada cuando me incluyeron en la lista nacional de la “Docena de Desinformación” y me cancelaron en casi todas las plataformas que estaba usando en ese momento, incluidas las plataformas de pago. En cambio, lo vi como una oportunidad. Desde entonces he encontrado nuevas formas de llegar a la gente. Y ahora tengo una comunidad nueva y creciente de amigos y suscriptores con ideas afines, muchos de los cuales están haciendo un trabajo increíble para la humanidad.

Cuando eliges ver lo positivo, o eliges ver el humor en una situación no tan divertida, estás cambiando lo que yo llamo tu “configuración predeterminada” a una frecuencia más alta. Esto no significa que no puedas ver las situaciones o las personas tal como son o prepararte para “qué pasaría si” teniendo suministros y algo de efectivo a mano. Simplemente significa que eliges ver también las fuerzas de la luz trabajando detrás de escena. La luz atrae la luz. Y cuando las fuerzas oscuras trabajan tan duro, sabes que es porque la luz se vuelve más brillante.

Entonces, la próxima vez que te sorprendas teniendo una reacción instintiva negativa hacia algo, simplemente obsérvalo y luego intenta poner algún aspecto de la situación bajo una luz positiva. Haz esto cada vez que tes des cuenta de que estás respondiendo negativamente a una situación. Después de un tiempo, sentirás el cambio en tu cuerpo y en tu vida. Y la próxima vez podrás evitar caer en viejos patrones negativos, tomando medidas positivas.

Para terminar, me gustaría dejarte esta pregunta: ¿cómo has atravesado el barro en tu vida?