Dicen que intentar no significa nada, que lo importante es hacer, concretar. Sin embargo, este verano queremos pensar en las infinitas posibilidades que se abren ante nosotros cuando por fin tomamos envión y de verdad lo intentamos. Cuando vencemos la inercia o el miedo y damos ese primer paso, por pequeño que nos parezca. Cuando tomamos entre las manos la esfera luminosa de la esperanza para hacerla brillar al infinito y, entonces, nuestro horizonte se abre hacia la inmensidad.

“¿Siempre tenemos posibilidades?”, nos preguntamos a la hora de seleccionar este tema en nuestra reunión de redacción. Queríamos de corazón responder afirmativamente, pero nos dimos cuenta de que otros escenarios posibles no siempre son tan obvios, ni tampoco se muestran ante todos los seres humanos por igual. Que, aunque nos duela aceptarlo, hay quienes tienen más oportunidades que otros por cuestiones tan injustas como el lugar donde nacieron o su condición social. Que pelearla es, de repente, la alternativa que nos queda, cuando todo lo demás parece demasiado complicado. 

Fue así que nos alcanzó una idea tan bella como poderosa: elegir la opción de convertirnos en una posibilidad para otra persona, para los demás. Siendo ejemplos, puentes, caminos, maestros, guías, facilitadores, mentores, compañeros. Mostrando que, aunque cueste encontrarlas, hay ocasiones que nos necesitan listos y disponibles, y para eso debemos  prepararnos hasta que llegue el momento indicado en el que nos lanzaremos de lleno a nuestro intento. 

Sin duda, educarnos en la posibilidad es una propuesta significativa. Porque nos habla de la importancia de crear narrativas auspiciosas. De nada nos sirve contarnos (una y otra vez) que ya no hay opción posible. Y aunque sea cierto que no la haya, como pasa en situaciones difíciles como una enfermedad grave o la imposibilidad de seguir sosteniendo una relación de pareja, también es un hecho que el proceso nos llevará a abrirnos a otras perspectivas. Asumir la posibilidad, por más mínima que sea, nos activa y nos saca de la inmovilidad. 

“¿Qué sería de la vida, si no tuviéramos el valor de intentar algo nuevo?”, es una de las preguntas que el pintor Vincent Van Gogh se formuló a la hora de desplegar su tarea creativa. Él, que como tantos otros, se animó, asumiendo con coraje y determinación la gesta de intentos que no siempre salieron bien, pero que jamás fueron en vano. Ejemplos sobran: hay escritores, inventores, artistas, empresarios que tuvieron que intentar y reintentar a repetición. Y reconforta saber que, luego de sus múltiples fracasos, conocieron por fin las mieles de plasmar eso por lo que tanto lucharon; eso que su intuición les decía que no debían dejar en borrador, como un mero esbozo. 

Porque intentar puede también ser un hecho en sí mismo, convirtiéndose en el germen del hacer pleno. Pero, para eso, debemos creer en nuestra capacidad, en nuestros talentos, en el inmenso poder del alma humana para llevar adelante proyectos, ideas, sueños. Que las cosas sean diferentes de lo que son depende en buena medida de todas esas pruebas que, malogradas o no, nos ponen en marcha. 

No todo está escrito: nuestros vínculos, nuestros trabajos y nuestros proyectos requieren una acción de nuestra parte para existir, para ser. Sin cada uno de esos intentos cotidianos nada sería lo que es, ni habría en nuestra vida posibilidades de mejora, de crecimiento y de cambio. Esa es la razón por la que nos despertamos cada día: para hacernos cada vez más protagonistas de nuestra historia. Un relato en movimiento permanente que nos pide que escribamos siempre un capítulo nuevo. 

¿De tanto en tanto pareciera que no hay lugar? ¿A simple vista no se muestra ese espacio por donde pueda colarse un rayo de sol que alumbre las habitaciones en sombra? Entonces hagamos algo. Abramos las ventanas de par en par, démosle a esa energía cósmica que solemos llamar destino el mensaje de que nos haremos cargo de lo que nos toca, pero que también iremos en busca de lo que queremos que nos toque alguna vez. 

“Las posibilidades se co-crean cuando uno hace un camino, no nacen de la nada”, explica Flor Bárcena, nuestra guía a la hora de encontrarnos con otras almas mes a mes para conversar online. Junto a ella nos haremos exploradores en la búsqueda por intentar algo distinto.

Ante todo, tenemos la posibilidad de vivir intentando ser quienes queremos ser. Como un ejemplo para nosotros mismos y para aquellos que nos rodean. Que cada intento sea una invitación a nunca dejar de latir en comunión con esa verdad mágica y misteriosa, es la enorme posibilidad que todos tenemos. La certeza de que siempre hay un nuevo intento esperándonos por alguna parte, a la espera de que nos demos la chance de descubrirlo y ponerlo en acción con valentía y amor. 

Por María Eugenia Sidoti